Versión en español después del inglés
Feb. 7, 2021 — 5th Sunday after Epiphany Mark 1:29-39
In this week’s lectionary passage, we read of Jesus casting out demons. And as I pondered the phrase “casting out demons “ (v. 39b), I asked myself what demons wait to be cast out in this 21st century? An answer: silence. The late Elie Wiesel swore “never to be silent whenever or wherever human beings endure suffering or humiliation” because what “hurts the victim the most is not the cruelty of the oppressor, but the silence of the bystander.” Silence says that neighbors are of little or no consequence.
Martin Niemöller was a German Lutheran pastor, and a theologian, whose first career was as a submarine commander for the German Navy during World War I. He was an early supporter of Hitler and the National Socialists (the Nazis) believing Hitler’s emphasis on German national pride and his promises to bring about a recovery of its national pride and respect among other European countries was what was needed.
As the 1930s progressed, however, Niemöller became worried about the extremism that Hitler and the Nazis were displaying. Along with some other German Protestant leaders such as Dietrich Bonhoeffer, he help found the Confessional Church whose goal was to prevent German Protestant churches from becoming “Nazified,” that is, taken over by Nazi ideology. Niemöller gradually became more vocal and direct about his opposition to Nazi Aryanism. Consequently, he was arrested, sent to Dachau concentration camp, and stayed there until the Allies liberated Dachau.
After the war Niemöller and his wife visited Dachau. Two numbers on a plaque outside the crematorium “1933-1945” led him to grope for an alibi. Yes, his alibi reached from 1937 to 1945; yet he asked himself: “where was I from 1933 until 1937?” Perhaps this is when he began to rationalize his silence and asking himself how he could stand by while other groups were taken. Niemoller said, “As a Christian I could have known and should have known in 1933 that in each of these human brothers [and sisters] — may they be called Communists or whatever — God in Jesus Christ was asking me whether I wouldn’t want to serve him” [1]. And his answer came in this nuanced confessional poem “Then They Came for Me” which, for many, encourages bravery in the face of evil:
“First they came for the Communists, and I did not speak out—Because I was not a Communists.
Then they came for the Trade Unionists, and I did not speak out—Because I was not a Trade Unionist.
Then they came for the Jews, and I did not speak out—Because I was not a Jew.
Then they came for me—and there was no one left to speak for me.”
No one left to speak out. Our silence allows sexual harassment and domestic abuse to continue. Our silence allows systemic racism to be ignored. Our silence allows untruths to remain unchallenged. Silence must be cast out. Now. The faithful have been equipped and empowered through the Spirit to stand up and speak out—even in the midst of fear.
Yes, it’s OK to be fearful; to be fearful of retaliation, to be fearful of challenging authority, to be fearful of being seen as less than ‘Iowa nice.’ I am continually buoyed by the number of times the first words spoken by God’s angelic messengers are ‘do not be afraid,’ or worded positively: be unafraid; be brave.
For me, one of the highlights of this year’s President-Vice President Inauguration was poet Amanda Gorman. Only 22 years old, she provided inspiration to millions as she stood up and spoke out. Her words challenge us “to be brave enough.” To be brave enough; brave enough to move from silent bystander to become one who speaks out truth, who speaks out as an anti-racist, and who speaks out whenever or wherever cruelty or evil or demons present themselves. To be brave enough. To be brave.
Friends, bravery is fear that has said its prayers. So pray; and bravely stand up and speak out.
[1] Matthew D Hockenos, Then They Came for Me: Martin Niemöller, the Pastor Who Defied the Nazis (2018).
The Rev. Dr. Jacqueline K. Thompson serves as pastor of Burns United Methodist Church in Des Moines, Iowa. This post is part of a weekly resource, "Memo for Those Who Preach," created by a group of volunteers from the Iowa Annual Conference led by the Rev. Bob Dean.
Memorándum para los que Predican
7 febrero, 2021 – Quinto domingo después de la Epifanía
Marcos 1:29-39
Por Jacqueline Thompson Traducción por Paul I. Burrow
Sean Valientes
Hay varias menciones de demonios en las escrituras. Pueden referirse a las fuerzas de maldad en el mundo así como también el diablo. Somos advertidos de las fuerza demoníacas tratando de corromper e influir. Mientras que mucho de los demonios a los cuales tenemos que estar atentos son externos, las escrituras nos acuerdan que es posible que tengamos demonios viviendo dentro de nosotros mismos.
En la lectura del leccionario para esta semana, leemos acerca de Jesús echando fuera demonios. Y como pensaba en la frase “echaba fuera los demonios” (v. 39b), me preguntaba ¿qué demonios esperan ser echados fuera en este siglo XXI? Una respuesta: el silencio. El difunto Elie Wiesel juró “jamás estar silencioso cuando sea o donde sea que seres humanos aguanten sufrimientos o humillación” porque lo que “daña a la víctima más que nada no es la crueldad del opresor, sino el silencio del observador.” El silencio dice que los vecinos son de poca o ninguna consecuencia.
Martin Niemöller era pastor luterano alemán, y teólogo, cuya primera carrera era como comandante de un submarino para la Marina Alemana durante la Primera Guerra Mundial. Muy temprano era partidario de Hitler y los Socialistas Nacionales (los Nazis) creyendo que el énfasis de Hitler en el orgullo nacional alemán y sus promesas para provocar una recuperación de sus orgullo nacional y respeto entre los otros países europeos fue los fue necesitado.
Como progresó la década de 1930, sin embargo, Niemöller se preocupaba del extremismo que Hitler y los Nazis mostraban. Junto con otros líderes protestantes alemanes como Dietrich Bonhoeffer, ayudó a fundar la Iglesia Confesional cuya meta era impedir que las iglesias protestantes alemanes sean controladas por la ideología Nazi. Gradualmente Niemöller se hacía más vocal y directo en su oposición al arianismo de los Nazi. Por consiguiente, fue arrestado, mandado al campo de concentración Dachau, y quedaba allá hasta que las fuerzas aliadas liberaron a Dachau.
Después de la guerra Niemöller y su esposa visitaron a Dachau. Dos números en a placa fuera del crematorio “1933-1945" le condujeron a devanarse los sesos para un pretexto. Sí, su pretexto alcanzó de 1937 a 1945; pero se preguntó, “¿dónde estaba yo de 1933 hasta 1937?” Quizás esto es cuando comenzó a racionalizar su silencio y a preguntarse cómo podía estar al lado mientras otros grupos fueron tomados. Niemöller dijo, “Como cristiano podría haber sabido y debía haber sabido en 1933 que en cada uno de estos hermanos y hermanas humanos – sean llamados comunistas o lo que sea – Dios en Jesucristo estaba preguntándome si no querría servirle.”[1] Y su respuesta vino en este poema sutil “Entonces Vinieron Por Mí” que, para muchas personas incentiva valentía ante la maldad:
“Primero vinieron por los comunistas, y yo no dije nada –
Porque yo no era comunista.
Entonces vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada –
Porque yo no era sindicalista.
Entonces vinieron por los judíos, y yo no dije nada –
Porque no era judío.
Entonce vinieron por mí – y no había nadie que quedaba para decir algo por mí.”
No había nadie que quedaba para decir algo por mí. Nuestro silencio permite que el acoso sexual y el abuso doméstico continúen. Nuestro silencio permite que el racismo sistémico sea ignorado. Nuestro silencio permite que las mentiras queden sin protesta.
El silencio tiene que ser echado fuera. Ahora. Los fieles han sido equipados y empoderados mediante el Espíritu para pararse y decir algo – aún en el medio de temor.
Sí, está bien tener miedo; tener miedo de represalia, tener miedo de desafiar a la autoridad, tener miedo de ser visto como menos que “la amabilidad de Iowa.” Continuamente soy boyada por el número de las veces que las primeras palabras proclamadas por los mensajeros angélicos de Dios son “No temáis.” “ No tengan miedo.” O para expresarlo más positivamente: Sean sin temor. Sean valientes.”
Para mí, uno de los momentos más memorables de la inauguración del Presidente/Vice Presidente fue la poeta Amanda Gorman. Solamente tiene 22 año, ella proveyó inspiración a millones de personas como se paró y se expresó. Sus palabras nos desafían a “ser bastante valientes.” Ser bastante valientes; bastante valientes de mover de observador silencioso a hacernos uno que proclama la verdad, que se expresa como anti-racista, y que se expresa cuando quiera o dondequiera que la crueldad o la maldad o los demonios se presenten. Ser bastante valientes. Ser valientes.
Amigos y amigas, la valentía es el temor que ha dicho sus oraciones. Así que oren; y con valentía pararse y expresarse.
[1] Matthew D Hockenos, Entonces Vinieron por Mí: Martin Niemöller, el Pastor que Desafiaba a los Nazis [Then They Came for Me: Martin Niemöller, the Pastor who Defied the Nazis] (2018).