Cross at Sunrise
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Versión en español después del inglés
Feb. 28, 2021, 2nd Sunday in Lent
Genesis 17:1-7, 15-16, Psalm 22:23-31, Romans 4:13-25, Mark 8:31-38
When considering this week’s Gospel text from Mark 8, Dietrich Bonhoeffer’s 1937 book The Cost of Discipleship comes to mind. I first read it in 1970 while in a small group at my college-town UM Church. It’s a book that greatly influenced my life, and I still refer back to my first copy with its yellowed, well-underlined pages. Lutheran theologian Bonhoeffer was one of the few leaders in the German church of his day who stood up to Hitler and the Nazis. As result he was imprisoned in a concentration camp and executed in 1945.
Bonhoeffer had a term for what he thought many in his time were seeking in their Christian faith – “cheap grace.” Maybe some of us are still looking for it. Remember the word grace is a term for the mercy and unconditional love of God offered to us through Christ. Here's what Bonhoeffer said: "Cheap grace is the deadly enemy of the Church – it is the grace we bestow on ourselves…. Cheap grace is grace without discipleship, grace without the cross, grace without Jesus Christ, living and incarnate.@ [i] Bonhoeffer further stated that what Christ offers is not cheap grace. Oh, it=s free all right. You need not to earn or buy it, but once you know the saving love of Christ, something is expected of you.
In this week’s Gospel lesson, Jesus says: "If any would come after me, let them deny themselves and take up their cross and follow me." (Mark 8:34) If those words give us pause, imagine how they sounded to first followers of Jesus! To them, the cross was not a beautiful symbol displayed in worship or worn around the neck. It was an extreme method of torture and execution. The Romans adopted crucifixion from the ancient Persians, perfecting its barbaric cruelty. The people of Roman-occupied Galilee had seen literally thousands crucified in their day. No wonder they could not immediately absorb the truth of what Jesus was saying ‑ that the call to discipleship was a call to choose self‑denial – even suffering - for the sake of the Gospel.
How would you define your cross? Too often we think of a cross as a life burden foisted upon us. But that’s not what Jesus meant. Your cross is not your arthritic hip, your wayward child, or your difficult neighbor. Those are problems or burdens that can come to anyone, disciple of Jesus or not. Rather, a cross is a choice to intentionally live beyond yourself for the greater good of another or the world. And all of us who identify as Christians are called to make this choice.
Recently a part-time local pastor recounted how he was asked to serve a small, aging congregation in order to help them close. He said, “If they were going to die, I decided I’d try to help them die well.” When he invited the tiny congregation to take up their cross, they thought of the homeless people in their area. They then purchased hats, gloves and blankets which they carried around in their cars. Whenever they noticed a homeless person they would stop, have a conversation, and give out one or more of those warm items. After becoming acquainted with those they stopped to help, the church members wanted to learn more about area homeless services. By supporting those services, they were able to give even more help. They were intentionally living beyond themselves for those who were homeless. And as they shared their experience with others, new folks started participating in their church. “For those who want to save their life will lose it, and those who lose their life for my sake, and for the sake of the gospel, will save it.” (Mark 8:35)
The call of Christ to take up your cross is both a challenge and a blessing. Bonhoeffer puts it like this: ATo go one=s way under the sign of the cross (even in the face of suffering) is not misery and desperation, but peace and refreshment for the soul, it is the highest joy. Then we do not walk under our self-made laws and burdens, but under the yoke of Christ who knows us and walks under the yoke with us. It is Christ whom we find when we lift up our cross.@[ii]
Prayer: Lord Jesus, we earnestly seek to follow you. Each day may we open our hearts and lives to discern what it means to take up the cross of your self-giv
[i] Dietrich Bonhoeffer, The Cost of Discipleship, 1937, p. 47.
[ii] Bonhoeffer, p. 103.
Martha Dalton Ward is a retired Elder in the United Methodist Church and author of Holy Moments - When Life and Faith Intersect, Westbow Press, 2018. She resides in Urbandale, Iowa.
Memorándum para los que Predican
28 febrero, 2021 Segundo domingo en la Cuaresma
Génesis 17:1-7, 15-16; Salmos 22:23-31; Romanos 4:13-25; Marcos 8:31-38
Por Martha Ward martha.ward@iaumc.net
ESCOGIENDO LA CRUZ
Cuando consideramos la lectura para esta semana del Evangelio de Marcos 8, el libro de Dietrich Bonhoeffer de 1937 El Costo del Discipulado viene a la mente. Lo leí por primera vez en 1970 cuando estaba en un grupo pequeño en la iglesia IMU en el pueblo de mi universidad. Es un libro que influyó mi vida enormemente, y todavía me refiero a mi primera copia con sus páginas amarillas y con muchos pasajes subrayados. Teólogo luterano Bonhoeffer era uno de los pocos líderes en la iglesia alemana de su época que se enfrentó a Hítler y a los Nazis. Como resultado fue aprisionado en un campo de concentración y fue ejecutado en 1945.
Bonhoeffer tenía un término para lo que él pensaba que muchos en su época estaban buscando en su fe cristiana – “gracia barata.” Quizás algunos de nosotros todavía la buscamos. Recuerden que la palabra gracia es un término para la misericordia y el amor incondicional de Dios que nos ofrece mediante Cristo. Esto es lo que dijo Bonhoeffer: “La gracia barata es el enemigo mortal de la Iglesia – es la gracia que nos concedemos a nosotros mismos . . . La gracia barata es gracia sin discipulado, gracia sin la cruz, gracia sin Jesucristo, vivo y en la carne.”1 Bonhoeffer dijo más que lo que Cristo ofrece no es gracia barata. Oh, sí que es gratis. No necesitas ganarla ni comprarla, pero una vez que conoces el amor de Cristo que salva, algo es esperado de ti.
En la lectura del Evangelio para esta semana, Jesús dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.” (Marcos 8:34) Si estas palabra hacen que pensemos, ¡imagínese cómo sonaron a los primeros seguidores de Jesús! A ellos, la cruz no era un símbolo hermoso mostrado en el culto o llevado alrededor del cuello. Era un método extremo de tortura y ejecución. Los romanos adoptaron la crucificación de los antiguos persianos, perfeccionando su crueldad bárbara. La gente de la Galilea ocupada por los romanos había visto literalmente miles de personas crucificadas en su época. No es extraño que no podían absorber inmediatamente la verdad de lo que decía Jesús – que el llamado al discipulado era un llamado a escoger el sacrificio – aún el sufrimiento – por el Evangelio.
¿Cómo definiría la cruz de Ud.? Demasiado frecuentemente pensamos en una cruz como una carga en la vida que es impuesta en nosotros. Pero eso no es lo que Jesús quería decir. Su cruz no es su cadera artrítica, ni su hijo/a caprichoso/a, ni su vecino difícil. Ésos son problemas o cargas que pueden venir a cualquier persona, dícipulo de Jesús o no. En vez de eso, una cruz es cuando intencionalmente escogemos a vivir más allá de nosotros mismos por la mayor bondad de otra persona o del mundo. Todos nosotros que nos identificamos como cristianos somos llamados a escoger así.
Recientemente un pastor local de tiempo parcial relató cómo le pidieron servir a una congregación pequeña con mucha personas viejas para ayudarles a cerrar la iglesia. Dijo, “Si iban a morir, decidí que trataría a ayudarles a morir bien.” Cuando invitó que la congregación tomara sus cruz, pensaron en la gente sin techo en su área. Entonces compraron gorros, guantes, y mantas que llevaron en sus carros. Cuando quiera que notaran a una persona sin techo, se paraban, tenían una conversación, y les daban uno o más de las cosas para que pudieran mantenerse calientes. Después de conocer a las personas sin techo en su área, los miembros de la iglesias querían aprender más acerca de los servicios en el área para personas sin techo. Por apoyar a estos servicios, podían ayudarles a las personas aún más. Intencionalmente estaban viviendo más allá de sí mismos por los que estaban sin techo. Y como compartían su experiencia con otras personas, nuevas personas comenzaron a participar en su iglesia. “Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.” (Marcos 8:35)
El llamado de Cristo de tomar su cruz es ambos un desafío y una bendición. Bonhoeffer lo expresa así: “El vivir la vida bajo la señal de la cruz (aún ante el sufrimiento) no es miseria y desesperación, sino paz y sentimiento reanimador para el alma, es su alegría más alta. Entonces no caminamos bajo nuestras leyes y cargas que nosotros mismos hicimos, sino bajo el yugo de Cristo que nos conoce y camina bajo el yugo con nosotros. Es Cristo a quien encontramos cuando levantamos nuestra cruz.”2
Oración: Señor Jesús, con seriedad queremos seguirte. Cada día que abramos nuestros corazones y nuestras vidas para discernir lo que significa tomar la cruz de tu amor que da de sí mismo. Amén.
_______________________________
1Dietrich Bonhoeffer, El Costo del Discipulado [The Cost of Discipleship], 1937, p. 47.
2Bonhoeffer, p. 103.
Martha Dalton Ward es presbítero jubilada en la Iglesia Metodista Unida y autora de Momentos Sagrados – Cuando la Vida y la Fe Se Cruzan [Holy Moments – When Life and Faith Intersect], Westbow Press, 2018. Vive en Urbandale, Iowa.
[1] Dietrich Bonhoeffer, The Cost of Discipleship, 1937, p. 47.
[1] Bonhoeffer, p. 103.
Martha Dalton Ward is a retired Elder in the United Methodist Church and author of Holy Moments - When Life and Faith Intersect, Westbow Press, 2018. She resides in Urbandale, Iowa.
Memorándum para los que Predican
28 febrero, 2021 Segundo domingo en la Cuaresma
Génesis 17:1-7, 15-16; Salmos 22:23-31; Romanos 4:13-25; Marcos 8:31-38
Por Martha Ward martha.ward@iaumc.net
ESCOGIENDO LA CRUZ
Cuando consideramos la lectura para esta semana del Evangelio de Marcos 8, el libro de Dietrich Bonhoeffer de 1937 El Costo del Discipulado viene a la mente. Lo leí por primera vez en 1970 cuando estaba en un grupo pequeño en la iglesia IMU en el pueblo de mi universidad. Es un libro que influyó mi vida enormemente, y todavía me refiero a mi primera copia con sus páginas amarillas y con muchos pasajes subrayados. Teólogo luterano Bonhoeffer era uno de los pocos líderes en la iglesia alemana de su época que se enfrentó a Hítler y a los Nazis. Como resultado fue aprisionado en un campo de concentración y fue ejecutado en 1945.
Bonhoeffer tenía un término para lo que él pensaba que muchos en su época estaban buscando en su fe cristiana – “gracia barata.” Quizás algunos de nosotros todavía la buscamos. Recuerden que la palabra gracia es un término para la misericordia y el amor incondicional de Dios que nos ofrece mediante Cristo. Esto es lo que dijo Bonhoeffer: “La gracia barata es el enemigo mortal de la Iglesia – es la gracia que nos concedemos a nosotros mismos . . . La gracia barata es gracia sin discipulado, gracia sin la cruz, gracia sin Jesucristo, vivo y en la carne.”1 Bonhoeffer dijo más que lo que Cristo ofrece no es gracia barata. Oh, sí que es gratis. No necesitas ganarla ni comprarla, pero una vez que conoces el amor de Cristo que salva, algo es esperado de ti.
En la lectura del Evangelio para esta semana, Jesús dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.” (Marcos 8:34) Si estas palabra hacen que pensemos, ¡imagínese cómo sonaron a los primeros seguidores de Jesús! A ellos, la cruz no era un símbolo hermoso mostrado en el culto o llevado alrededor del cuello. Era un método extremo de tortura y ejecución. Los romanos adoptaron la crucificación de los antiguos persianos, perfeccionando su crueldad bárbara. La gente de la Galilea ocupada por los romanos había visto literalmente miles de personas crucificadas en su época. No es extraño que no podían absorber inmediatamente la verdad de lo que decía Jesús – que el llamado al discipulado era un llamado a escoger el sacrificio – aún el sufrimiento – por el Evangelio.
¿Cómo definiría la cruz de Ud.? Demasiado frecuentemente pensamos en una cruz como una carga en la vida que es impuesta en nosotros. Pero eso no es lo que Jesús quería decir. Su cruz no es su cadera artrítica, ni su hijo/a caprichoso/a, ni su vecino difícil. Ésos son problemas o cargas que pueden venir a cualquier persona, dícipulo de Jesús o no. En vez de eso, una cruz es cuando intencionalmente escogemos a vivir más allá de nosotros mismos por la mayor bondad de otra persona o del mundo. Todos nosotros que nos identificamos como cristianos somos llamados a escoger así.
Recientemente un pastor local de tiempo parcial relató cómo le pidieron servir a una congregación pequeña con mucha personas viejas para ayudarles a cerrar la iglesia. Dijo, “Si iban a morir, decidí que trataría a ayudarles a morir bien.” Cuando invitó que la congregación tomara sus cruz, pensaron en la gente sin techo en su área. Entonces compraron gorros, guantes, y mantas que llevaron en sus carros. Cuando quiera que notaran a una persona sin techo, se paraban, tenían una conversación, y les daban uno o más de las cosas para que pudieran mantenerse calientes. Después de conocer a las personas sin techo en su área, los miembros de la iglesias querían aprender más acerca de los servicios en el área para personas sin techo. Por apoyar a estos servicios, podían ayudarles a las personas aún más. Intencionalmente estaban viviendo más allá de sí mismos por los que estaban sin techo. Y como compartían su experiencia con otras personas, nuevas personas comenzaron a participar en su iglesia. “Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.” (Marcos 8:35)
El llamado de Cristo de tomar su cruz es ambos un desafío y una bendición. Bonhoeffer lo expresa así: “El vivir la vida bajo la señal de la cruz (aún ante el sufrimiento) no es miseria y desesperación, sino paz y sentimiento reanimador para el alma, es su alegría más alta. Entonces no caminamos bajo nuestras leyes y cargas que nosotros mismos hicimos, sino bajo el yugo de Cristo que nos conoce y camina bajo el yugo con nosotros. Es Cristo a quien encontramos cuando levantamos nuestra cruz.”2
Oración: Señor Jesús, con seriedad queremos seguirte. Cada día que abramos nuestros corazones y nuestras vidas para discernir lo que significa tomar la cruz de tu amor que da de sí mismo. Amén.
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1Dietrich Bonhoeffer, El Costo del Discipulado [The Cost of Discipleship], 1937, p. 47.
2Bonhoeffer, p. 103.
Martha Dalton Ward es presbítero jubilada en la Iglesia Metodista Unida y autora de Momentos Sagrados – Cuando la Vida y la Fe Se Cruzan [Holy Moments – When Life and Faith Intersect], Westbow Press, 2018. Vive en Urbandale, Iowa.