Versión en español después del inglés
October 3, 2021 – 19th Sunday after Pentecost
Mark 10:2-16
Love our enemies
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Jesus finds himself teaching the crowd that continued to follow him including some Pharisees who were constantly trying to trip him up so that he would make some mistake in front of the people who followed him. The Pharisees, with frequency, wanted Jesus to lose credibility. Their intentions were evil. Verse 2 suggests that what moves the Pharisees to question Jesus is not a desire to learn about the word or the will of God. They want to test Jesus and confuse the people that were with Jesus and his disciples. This is not a strange thing nor something that surprised Jesus. After all, he knew their hearts.
The Pharisees ask Jesus if divorce is permitted. Jesus indicates that they already know the response to the question since the law of Moses includes divorce. Beginning at verse 5, Jesus teaches the Pharisees, the disciples and the crowd following him the meaning and the importance that the family and the relations between a husband and wife have for God. The certificate of divorce, mentioned in the law of Moses, is the result of the hardness of heart of the couple. A hardened heart holds on to resentment, fear, intolerance, despair, suspicion, revenge, violence and insecurity, etc. These bring a couple or a family to give up, to turn into enemies and rivals, and to look for a way to hurt one another. This hardness of heart allows this to happen within a marriage.
The will of God for a couple and for a family is the it should exist in unity, love, respect, equity, tolerance, and harmony. The will of God for a couple is that each member should be enriched and should complement the other – that they should share values, experiences, objectives, and life plans; that they should recognize and value their own feelings and needs and also those of the other person, since they are no longer two, but one. When a couple or family is united by God, love prevails and dominates. Love is the source of the other elements like tolerance, confidence, respect, equity, etc. that make the members of that couple or family relate to one another in a healthy manner. God is the source of the love. The power that love has is indestructible. What God unites by means of love, no human being can break or separate. Jesus teaches us the difference between a heart full of love and a hardened heart, and how this impacts the relations of the couple. When God is in the center and is the priority en the couple or family, love direct, unites, and sustains that relationship. Verse 12 closes the divorce them, remembering the words of Jesus in verse 9: “Therefore what God has joined together, let no one separate.”
Jesus blesses the children: Verse 13 to 16 speak of the love and value boys and girls have for Jesus. Jesus lived with all types of people without making differences. His love, mercy, and compassion are a gift that each person can receive without regard to gender, social position, ethnicity, or age. These verses describe the moment in which children were presented to Jesus so that he could give them a blessing. The disciples scolded the adults that brought their little ones to Jesus.
In the times of Jesus, just as commonly occurs today, children were minimized. There are even people who believe that boys and girls don’t need Jesus. This Bible passage reveals that for God children are valuable. Jesus was upset by the attitude of the disciples when they considered that the children had no need of God in the same way an adult does. All of us as human beings have the need to come close to God and to receive God’s blessing. Jesus receives the person who approaches with a clean and pure heart – which is what a small boy or girl has. The love of a child is transparent and full, without pretense. That is the kind of love that God expects from God’s children. All people who love God, just as boys and girls do, form part of the Kingdom of God. To receive the Kingdom of God as children do implies opening our heart without reserve and with pleasure. Verse 16 describes a beautiful scene that reveals the love of God for children. He takes us all into his arms and he fills us blessings without making distinctions among people, and Jesus continues inviting that all people and families should come to Him and the we should all have Him in the center of our heart. Amen.
Rosa María Rodríguez is a Licensed Local Pastor. She serves at El Pueblo de Dios United Methodist Church in Osceola, Iowa.
No endurezcas tu corazón
Memorándum para los que predican
October 03, 2021 Domingo 19 después de Pentecostés Marcos 10:2-16
Jesús se encuentra enseñando a la multitud que le seguían incluyendo a los fariseos, ya que eran constantes intervenciones de ellos con la intención de probarlo, de que se equivocara delante de la gente que lo seguía. Los fariseos, con frecuencia, querían hacer que Jesús perdiera credibilidad. Ellos eran personas mal intencionadas El versículo 2 sugiere que lo que mueve a los fariseos a cuestionar a Jesús no es un deseo de aprender sobre la palabra o la voluntad de Dios. Ellos quieren probar a Jesús y confundir a las personas que estaban con Jesus y sus discípulos . Esto no era algo extraño ni algo que sorprendiera a Jesús. Pues el conocía sus corazones.
Los fariseos preguntan a Jesús si está permitido el divorcio. Jesús les señala que ellos ya conocen la respuesta a dicha pregunta pues en la ley de Moisés se contempla el divorcio. A partir del versículo 5, Jesús enseña a los fariseos, a los discípulos y a la multitud que lo seguía, el significado e importancia que tienen para Dios la familia y las relaciones de pareja. La carta de divorcio, mencionada en la ley de Moisés, es resultado de la dureza del corazón de los miembros de la pareja. Un corazón endurecido guarda resentimiento, miedo, intolerancia, desesperanza, desconfianza, venganza, violencia e inseguridad,etc. Lo cual lleva a las parejas o familias a repudiarse, a convertirse en enemigos/rivales, y a buscar la manera de lastimarse uno al otro. Esta dureza de corazón permite que eso suceda en los matrimonios.
La voluntad de Dios para las relaciones de pareja y la familia es que exista unidad, amor, respeto, equidad, tolerancia y armonía. La voluntad de Dios para las relaciones de pareja es que cada miembro enriquezca y complemente al otro. Que compartan valores, experiencias, objetivos y planes de vida. Que reconozcan y valoren los sentimientos y necesidades propias y las de la otra persona, pues ya no son dos, sino uno. Cuando una pareja o familia está unida por Dios, prevalece y domina el amor. El amor es la fuente de los demás elementos como la tolerancia, la confianza, el respeto, la equidad, etc., que hacen que los miembros de esa pareja o familia se relacionan entre sí de manera saludable. Dios es la fuente del amor. El poder que tiene el amor es indestructible. Lo que Dios une por medio del amor, ningún ser humano lo puede romper o separar. Jesús nos muestra la diferencia entre un corazón lleno de amor y un corazón endurecido, y cómo esto impacta las relaciones de pareja. Cuando Dios está en el centro y es la prioridad en la pareja o familia, el amor dirige, une y sostiene dicha relación. El versículo 12 cierra el tema referente al divorcio, recordando las palabras de Jesús “9 Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”
Jesús bendice a los niños: Los versículos 13 al 16 hablan sobre el amor y valor que tienen los niños y las niñas para Jesús. Jesús convivió con todo tipo de personas sin hacer diferencia. Su amor, misericordia y compasión son un regalo para toda persona que lo reciba, no importando el género, la posición social, la etnicidad o la edad. Estos versículos describen el momento en que le presentaban niños/as a Jesús para que les diera su bendición. Los discípulos reprendieron a los adultos que acercaban a sus pequeños a Jesús.
En los tiempos de Jesús , tal como suele suceder también en la actualidad, minimizaba a los niños y las niñas. Inclusive, puede haber personas que crean que los niños y las niñas no necesitan de Jesús. Este pasaje bíblico revela que para Dios los/as niños/as son muy valiosos/as. Jesús se molestó por la actitud de los discípulos cuando consideraron que los/as niños/niñas no tenían necesidad de Dios de la misma manera que un adulto. Todos los seres humanos tenemos la necesidad de acercarnos a Dios y de recibir su bendición. Jesús recibe a la persona que se acerca con un corazón limpio y puro, como lo es el corazón de un niño o de una niña. El amor de los/as niños/as es transparente, sin fingimiento y pleno. Así es el amor que Dios espera de sus hijos/as. Todas aquellas personas que aman a Dios, tal como lo hacen los niños y las niñas, forman parte del reino de Dios. Recibir el reino de Dios como lo hacen los/as niños/as implica abrir nuestro corazón sin reserva y con gozo. El versículo 16 describe una hermosa escena que revela el amor de Dios para sus hijos/as. A todos y a todas nos toma en sus brazos y nos llena de bendiciones sin hacer distinción de personas, y Jesus sigue invitando a que todas las personas, familias vengamos a él y que le tengamos en el centro de nuestro corazón. Amen.