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June 2, 2024 – First Sunday of Ordinary Time
1 Samuel 2:1-10, Psalms 139:1-6,13-18, 2 Corinthians 4:5-12, Mark 2:23-3.6
Ever noticed how many things in our homes are made of clay? My quick survey revealed our everyday pottery, random small bowls holding snacks or loose change, communion chalices Bob and I collected over the years, plus several decorative vases, plates and pitchers. And many of us also have a few well-used inexpensive clay pots out in our garage or garden shed. When Paul writes in 2nd Corinthians 4:7: “But we have this treasure in clay jars, so that it may be made clear that this extraordinary power belongs to God and does not come from us,” it’s those gardening pots I envision. They are often chipped or cracked, and always dirty. As opposed to most of our other clay-ware, these gardening pots are intended to carry dirt. They get used and reused, sometimes providing a home for spiders and insects who also live in our garden sheds. Paul writes that we are like these ordinary pots – tools to be used by God. Ask your congregation how God is using them or your church to spread the love of Jesus. If you’re a little chipped around the edges, all the better! The African American spiritual, “I’m Gonna Live So God Can Use Me” comes to mind. (TFWS #2153.)
In 1947 a Bedouin shepherd found a clay jar containing very ancient scrolls in a cave overlooking the Dead Sea. Unable to decipher the scrolls, he had no idea what they said. Later more scrolls were discovered in the same cave and in other caves nearby. The shepherd eventually sold three of the scrolls for approximately $29. Only later was it determined that he had stumbled upon the greatest collection of Biblical manuscripts found in the 20th century, the Dead Sea Scrolls. Those scrolls contained parts of every Old Testament book except Esther - all of them dated a thousand years earlier than any copy known at that time.
For centuries such clay pots were used to store grain, hide valuables, and keep oil for lighting lamps. This text reminds me that we’re not supposed to be like an elegant vase from the Ming dynasty. We’re more akin to the cheap clay pots you can buy at any big box store. We are meant to be used, even though we’re fragile and easily broken. Sooner or later, the limitations of this life catch up with us. Perhaps, like the Corinthians, we need Paul’s reminder that we have such limitations: “so that it may be made clear that this extraordinary power belongs to God and does not come from us. We are afflicted in every way, but not crushed; perplexed, but not driven to despair; persecuted, but not forsaken; struck down, but not destroyed; always carrying in the body the death of Jesus, so that the life of Jesus may also be made visible in our bodies.” (2nd Cor 4:7b-10).
One of my greatest role models was my paternal grandmother. Because my grandfather was disabled in a car accident, she worked fulltime for over thirty years as department store clerk to support the family. She was also a committed Christian, walking faithfully to her neighborhood Methodist Church each Sunday. In her favorite devotional book, Abundant Living by E. Stanely Jones, she underlined many things, including this, “The secret of using pain and suffering and frustration is in many ways life’s greatest secret. When you have learned that, you are unbeatable and unbreakable.” [i]
If you looked at my grandmother in her later years, you would see a woman with wrinkles, gray hair, back bent with osteoporosis, and ankles thickened from years of standing all day. But that’s not what I saw. When I looked at my grandmother, what I saw was love. She was a great treasure in a very ordinary clay pot, with all the cracks and scars of a hard life lived well. I learned much of what I know about hope, faith, resilience, kindness and love from the witness of her life. So I try to wear my wrinkles and gray hair with love like Grandma did. From one cracked pot to another, I want to live so God can use me. How about you?
[1] E. Stanley Jones, Abundant Living, 1942, p. 275.
The Rev. Martha Dalton Ward is the author of "Holy Moments: When Life and Faith Intersect." Before retirement, she and her husband Bob served as co-pastors in United Methodist Churches in Iowa for over 30 years.
De una Olla Agrietada a Otra
Memorándum para los que predican
2 junio, 2024 – Segundo domingo después de Pentecostés
1 Samuel 2:1-10; Salmos 139:1-6, 13-18; 2 Corintios 4:5-12; Marcos 2:23-3:6
Por la Rvda. Martha Dalton Ward
Traducción de el Rvdo. Paul I. Burrow
¿Ha notado Ud. jamás cuántas cosa en nuestras casa son hechas de barro? Mi resumen rápido reveló nuestra alfarería, varios cuencos pequeños conteniendo piscolabis o monedas, cálices para la Santa Comunión que Bob y yo hemos coleccionado durante los años, y varios floreros, platos, y jarras. Y muchos de nosotros también tenemos unas cuantas ollas muy usadas en nuestro garaje o cobertizo. Cuando Pablo escribe en 2 Corintios 4:7: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros” son esas ollas en que pienso. Frecuentemente son partidas o agrietadas, y siempre son sucias. El opuesto de la mayoría de las otras cosas hechas de barro, estas ollas para el jardín son para llevar tierra. Son usadas y reutilizadas, algunas veces proveyendo un hogar para arañas e insectos que también viven en nuestros cobertizos. Pablo escribe que somo como estas ollas ordinarias – herramientas que pueden ser usadas por Dios. Pregúnteles a los miembros de su congregación cómo Dios los usa o a ellos o a su iglesia para difundir el amor de Jesús. Si Ud. se encuentra un poco agrietado/a con imperfecciones, ¡pues es mejor! El espiritual de los afro-americanos “Voy a Vivir Para Que Dios Me Puede Usar” viene a la mente.
En 1947 un pastor beduino encontró una olla de barro que contenía unos pergaminos muy ancianos en una cueva sobre el Mar Muerto. No podía descifrar los pergaminos, y no tenía ni una idea de lo que decían. Más tarde más pergaminos fueron descubiertos en la misma cueva y en otras cuevas cercanas. Eventualmente el pastor vendió tres de los pergaminos por aproximadamente $29. Solamente más tarde determinaron que había topado con la colección bíblica más grande e importante de manuscritos encontrados en el Siglo XX, los Pergaminos del Mar Muerto. Estos pergaminos contienen partes de cada libro del Antiguo Testamento con la excepción de Éster – todos ellos fechados mil años antes de cualquiera otra copia conocida entonces.
Durante siglos tales ollas de barro fueron usadas para guardar grano, esconder objetos de valor, y guardar aceite para lámparas. El texto me acuerda que no hemos de ser como floreros elegantes de la dinastía Ming. Somos más como ollas baratas de barro que se puede comprar en cualquiera tienda departamental. Hemos de ser usados, aunque somos frágiles y es muy fácil rompernos. Tarde o temprano, las limitaciones de esta vida nos captan. Quizás, como los corintios, necesitamos el recordatorio de Pablo que tenemos tales limitaciones: “para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados; perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos. Dondequiera que vamos, llevamos siempre en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.” (2 Cor. 4:7b-10).
Uno de mis mejores modelos a imitar fue mi abuela paternal. A causa de que mi abuelo fue discapacitado en un accidente de carro, ella trabajaba tiempo completo durante más de treinta años como dependiente en una tienda departamental para apoyar a la familia. También fue una cristiana comprometida andando a su iglesia metodista en el barrio cada domingo. En su favorito libro devocional, Vida Abundante por E. Stanley Jones, subrayó muchas cosas, incluso esto, “El secreto de usar dolor y sufrimiento y frustración es en muchas maneras el secreto más grande de la vida. Cuando has aprendido eso, te haces invencible e irrompible.”1
Si Ud. mirara a mi abuela en cuando ya fue vieja, habría visto a un mujer con arrugas, canas, la espalda torcida con osteoporosis, y tobillos espesados de los años de estar de pie todo el día. Pero eso no es lo que yo vi. Cuando yo miraba a mi nieta, lo que yo vi fue amor. Era un tesoro grande en una olla muy ordinaria de barro, con todas las grietas y cicatrices de una vida bien vivida. Aprendí mucho de lo sé acerca de la esperanza, la fe, la resiliencia, la bondad, y el more del testigo de su vida. Así que trato de llevar mis arrugas y mis canos con amor como lo hizo mi abuela. De una olla agrietada a otra, quiero vivir para que Dios me puede usar. ¿Y Ud.?
Martha Dalton Ward es la autora de "Momentos Sagrados: Cuando la Vida y la Fe se Cruzan" [Holy Moments: When Life and Faith Intersect]. Antes de jubilarse, ella y su esposo Bob sirvieron en iglesias metodistas unidas en Iowa durante más de 30 años.