Sabbath Healing
Jesus heals a woman with an 18-year infirmity on the Sabbath in this painting by James Tissot. (Tissot, James, 1836-1902. Woman with an Infirmity of Eighteen Years, from Art in the Christian Tradition, a project of the Vanderbilt Divinity Library, Nashville, TN. https://diglib.library.vanderbilt.edu/act-imagelink.pl?RC=57031 [retrieved August 15, 2022]. Original source: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:HealWomanSabbath.jpg.)
Lea la versión en español después del inglés.
11th Sunday after Pentecost | August 21, 2022
Jeremiah 1:4-10 and Psalm 71:1-6 • Isaiah 58:9b-14 and Psalm 103:1-8 • Hebrews 12:18-29 • Luke 13:10-17
I have to wonder how often the bent-over woman had come to the synagogue seeking healing. Had she encountered Jesus before? Eighteen years is a long time to live life hindered yet having hope that there might be another way. I wonder, too, about any hesitation in standing up straight- proud and with confidence, after years of existing otherwise- in front of someone like Jesus, for fear of what others might do simply by virtue of your presence with them? The criticism of the religious leader is meant to criticize Jesus’ actions while protecting their own lack of action. In “just the right time”—as in, the well-defined, not meant to disturb the peace times—this action would be totally appropriate. But how often do we find an excuse to walk away from the necessary work that needs to be done, instead of attending to the need that exists in that very moment?
Who is seeking the church, a life-giving ministry of hope, but finds themselves bent over by the world? Who is invited in, yet still told or shown that they truly don’t belong because they can’t even abide by the list of religious rules (spoken or unspoken)?
Jeremiah’s call story reminds us of the power each of us holds to enter in to these situations—much like the call of the Bishop to “Take Thou Authority” at the moment of ordination. God has known us, from the beginning of time. God has filled us with expectation for hopes and dreams to be made real in the world. We often feel unworthy—too young, as Jeremiah did—and yet that doesn’t lessen both the expectation and responsibility that comes from God to “pluck up and pull down, to destroy and overthrow, to build and to plant”.
Now, it’s definitely possible to see this call as a polarization of opposites. There are good actions and bad things that cause harm, and things that do good, right? Many of us—and our churches—seek to be builders and planters and would hate to be known as those who plucked up or destroyed.
Hmmm. Thinking back to works of justice…sometimes that which must be plucked up, or destroyed or overthrown, are those things in our world which cause great harm to others. When might it be appropriate to prune (Matthew 3:10) or called from a place of justice to address unjust systems?
Where does a church have the power to stand in the gap with those who are bent over yet deserve to be upright? How are we equipped with the authority of Jesus to heal lives and set the oppressed free? Jeremiah’s call reminds us that we are called to stand up to those who might say “how dare you heal and draw attention to this oppression”? After all, it’s easier to see Jesus when more people are bent over—our line of sight is clearer with less work in the way. But that is not the work, as Jeremiah’s interaction reminds us. Our work is to call out to those who are bent over, to speak truth and power to their worth, and to set them free from what ails them. To stand for justice, until all can stand alongside. To acknowledge those who cannot fill space and fill them with the hope that assures them of their worthiness—and to help our partners in ministry assess when we fall short of that call instead of providing vital healing.
The Rev. Mara Bailey is the Chaplain at Simpson College in Indianola, Iowa. "Memorandum for Those Who Preach" is a sermon-help project of volunteer clergy in the Iowa Annual Conference.
Levántate para la Justicia
Memorándum para los que predican
21 agosto, 2022 – Domingo once después de Pentecostés
Jeremías 1:4-10; Salmos 71:1-16; Isaías 58:9b-14; Salmos 103:1-8; Hebreos 12:18-29; Lucas 13:10-17
Por Mara Bailey
Tengo que preguntarme cuán frecuentemente la mujer encorvada había venido a la sinagoga buscando curación. ¿Se había encontrado a Jesús antes? Dieciocho años son un tiempo muy largo para vivir la vida dificultada pero teniendo esperanza que es posible que haya otra manera. Me pregunto también acerca de la vacilación en levantarse recta – orgullosa y con confianza, después de existir de otra manera – delante de alguien como Jesús, por medio de lo que los pudieran hacer o debido a su presencia ante ellos? La crítica del líder religioso es para criticar a las acciones de Jesús mientras protegiendo su propia falta de acción. En “la hora exactamente apropiada” – como en, la hora bien definida, pero con la intención de no alterar a la paz – la acción sería totalmente correcta. Pero, ¿cuán frecuentemente es que encontramos una excusa para distanciarnos del trabajo necesario que hay que hacer, en vez de atender a la necesidad que existe en ese momento?
¿Quiénes desean y buscan a la iglesia, un ministerio que da vida y esperanza, pero se encuentran encorvados por el mundo? ¿Quiénes reciben la invitación para entrarse, pero todavía reciben el mensaje o una demostración que verdaderamente no pertenecen porque ni aún pueden obedecer la lista de las reglas religiosas (habladas o tácitas)?
La historia del llamado de Jeremías nos acuerda del poder que cada persona tiene para entrarse en estas situaciones – muy semejante al llamado del Obispo “Toma Autoridad en el momento de la ordinación. Dios nos ha conocido desde el comienzo del tiempo. Dios nos ha llenado con expectación para esperanzas y sueños para realizar en el mundo. Frecuentemente nos sentimos indignos – demasiado joven, como se sintió Jeremías – pero todavía eso no disminuye ambas la expectación y la responsabilidad que vienen de Dios “para arrancar y destruir, para arruinar y derribar, para edificar y plantar.”
Ahora, sin duda es posible ver este llamado como una polarización de opuestos. Hay acciones buenas y cosas malas que causan daño, y cosas que hacen el bien, ¿verdad? Muchos de nosotros – y muchas de nuestras iglesias – desean ser los que edifican y los que plantan, no queremos ser conocidos como los que arrancan y los destruyen.
Mmm. Rememorando las obras de justicia – algunas veces lo que hay que arrancar, o destruir, o arruinar, son esas cosas en nuestro mundo que causan gran daño a otros. ¿Cuando sería apropiado cortar (Mateo 3:10) o ser llamado de un lugar de justicia para tratar con sistemas injustos?
¿Dónde es que una iglesia tiene el poder de pararse en el espacio con los que son encorvados pero que merecen ser rectos? ¿Cómo nos equipamos con la autoridad de Jesús para sanar vidas y poner en libertad a los oprimidos? El llamado de Jeremías nos acuerda que somos llamados a levantarnos contra los que digan “¡cómo te atreves sanar y llamar atención a esta opresión”? Pues, es más fácil ver a Jesús cuando personas son encorvadas – nuestra línea de vista es más clara con menos trabajo en el camino. Pero eso no es el trabajo, como la interacción de Jeremías nos acuerda. Nuestro trabajo es llamar atención a los que son encorvados, proclamar la verdad y el poder acerca de su valor, y ponerlos en libertad de lo que les aflige, levantarnos para la justicia, hasta que todos pueden parase al lado de nosotros, reconocer a los que no pueden levantarse, y llenarlos con la esperanza que les da aseguranza acerca de su valor – y ayudar que nuestros compañeros en el ministerio evalúen cuando no alcancemos a ese llamamiento de proveer curación total.
La reverenda Mara Bailey es capellana en Simpson College en Indianola, Iowa. "Memorándum para los que predican" es un proyecto de sermón de ayuda de clérigos voluntarios en la Conferencia Anual de Iowa.