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July 10, 2022
Text: Amos 7:7-17, Psalm 82, Colossians 1:1-14, Luke 10:25-37
Nearly ten years ago, I was helping my dad move farm equipment from one field to another during harvest time. As we came around a corner on a quiet gravel road, we discovered a person lying on the end of the road in the ditch. They were unresponsive and their breathing was shallow. It all happened so fast. We hit the brakes and leapt into action. We called 911. We assisted the person the best we could – wind whipping around us, cold seeping in, the reality that neither of us had been trained to care for someone in a medical emergency.
Once emergency responders arrived and statements had been made and we finally caught our breath, my dad and I made our way back to the car and back to our lives. One of them mentioned something about being a “good Samaritan” and suddenly I was filled with anger. I didn’t have a choice to stop. Of course, we were going to stop. I started thinking about these verses and rage bubbled up – how could a pastor or religious leader or faithful person NOT stop to help?
Before my experience, I would often go through the litany of excuses that might have led them to do so: they were maintaining ritual purity, for example, or trying to follow the law. They were protecting themselves or focused on their worship of God. But when you actually see a person dying on the side of the road and do not do what you can to save them… there is no excuse.
The simple herdsman and caretaker of sycamore figs, Amos, sees God setting a plumb line beside a wall. It is a measure of how faithful and true the wall, or in this case, the people of Israel are. Amos 2:6-16 lays out God’s complaints against the people and they are far from faithful indeed. They oppress the poor, use and abuse women, buy on credit, and spend fines on their own gluttony. The leaders not only walk around the person on the side of the road, but they are also responsible for their being there. The psalmist sees this same kind of wickedness happening around them and cries out for God to rise up and judge the earth and rescue the weak and needy.
The lawyer in our gospel reading wants to know what that plumb line should be like for his own life. What are the standards that matter? What must he do? And in answering his own question, he pulls upon the wisdom of the law and the prophets: to love God with everything you have and to love your neighbor as yourself (10:27). But what does that look like in real life?
The parable Jesus tells about the good Samaritan asks us to look for those who are dying on the side of the road. It calls us to pay attention to the oppressed and the poor. It challenges the ways we put religiosity above pastoral care and our own personal agendas above the needs of others. We are not called to justify our position, but to act.
There are countless debates happening in our society right now that are incredibly complex and divisive around abortion, gun violence, the separation of church and state, the rights of transgender athletes, bodily autonomy… the list goes on. But at the end of the day, the question that Jesus asks us… the plumb line set in our midst… is pretty simple. Rather than asking for a doctrinal answer, Jesus invites us to a pastoral response. Who is most harmed and vulnerable in this moment? How have I been complicit in that harm? What do they need? How are we called to respond with care and support? What does mercy look like?
The Rev. Katie Z. Dawson serves as pastor of Immanuel UMC in Des Moines, Iowa. "Memorandum for Those Who Preach" is a volunteer project of sermon aids written by Iowa Conference clergy.
El que usó de misericordia con él.
Memorándum para los que predican
10 julio, 2022 – Quinto domingo después de Pentecostés
Amós 7:7-17; Salmos 82; Colosenses 1:1-4; Lucas 10:25-37
Por la Rvda. Katie Dawson
Traducción de Paul I. Burrow
Hace casi diez años, ayudaba a mi papá a mover equipamiento para la granja de un campo a otro durante el tiempo de la cosecha. Como llegamos a un recodo de un camino tranquilo de grava, descubrimos a una persona en el camino cerca de la zanja. Estaba insensible y sus respiraciones estaban poco profundas. Todo ocurrió tan rápidamente. Nos detuvimos y actuamos. Llamamos a 911. Ayudamos a la persona lo mejor que pudimos – el viento soplando alrededor de nosotros, el frío afectándonos, la realidad que ninguno de nosotros había sido entrenado para cuidar a alguien con una emergencia medical.
Una vez que llegaron los respondedores de emergencia y han tomado nuestras declaraciones y pudimos recobrar el aliento, my papá y yo regresamos al carro y volvimos a nuestras vidas. Unos de los respondedores mencionó algo acerca de que fuimos “buenos samaritanos” y de repente fui llenada con ira. No tuve la posibilidad de no detenerme. Claro que íbamos a detenernos. Comencé a pensar en estos versículos y la ira subió aún más – ¿cómo podría un/una pastor/a o líder religioso NO detenerse para ayudar?
Antes de mi experiencia, frecuentemente pasaría por una letanía de excusas que pudieran haberlos causado no detenerse: estaban manteniendo la puridad ritual, por ejemplo, o trataban de seguir la ley. Se protegían a sí mismos o estaban enfocados en su culto de Dios. Pero, cuando de verdad ves a una persona muriendo al lado del camino y no haces lo que puedes hacer para salvar a esa persona . . . no hay excusa.
El boyero simple y recolector de higos silvestres, Amós ve a Dios poniendo una plomada de albañil junto a una pared. Es una manera para medir cuán fiel y verdadera es la pared, o en este caso, es la gente de Israel. Amós 2:6-16 establece las quejas contra la gente y de verdad les falta mucho el ser fiel. Oprimen a los pobres, usan y abusan a mujeres, compran a plazos, y gastan multas en su propia gula. Los líderes no solamente pasan al otro lado del camino, sino que son responsables por qué esa persona está en el camino. El salmista ve la misma clase de maldad ocurriendo alrededor de ellos y grita que Dios se levante y que juzgue a la tierra y que recate a los débiles y a los necesitados.
El intérprete de la Ley en la lectura del evangelio quiere sabe qué clase de plomada de albañil debe usa para su propia vida. ¿Cuáles son las normas que cuentan? ¿Qué debe hacer? Y en responder a su propia pregunta, usa la sabiduría de la ley y de los profetas: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (10:27). Pero, ¿cómo aparece eso en la vida real?
La parábola que Jesús nos cuenta acerca del buen samaritano pide que busquemos a los que mueren al lado del camino. Llama que pongamos atención a los oprimidos y a los pobres. Desafía a las maneras en que ponemos el ser religioso sobre el cuidado pastoral y nuestras agendas personales sobre las necesidades de otros. No somos llamados para justificar a nuestra posición, sino que somos llamados para que actuemos.
Hay innumerables debates ocurriendo en nuestra sociedad ahora mismo son increíblemente complejos y divisivos tratando con el aborto, la violencia con armas, la separación de la iglesia y el estado, los derechos de atletas transgéneros, la autonomía del cuerpo . . . la lista sigue y sigue. Pero después de todo, la cuestión que Jesús nos hace . . . la plomada de albañil entre nosotros . . . es bien sencilla. En vez de pedir una respuesta doctrinal, Jesús invita que respondamos con una respuesta pastoral. ¿Quién ha recibido más daño y es más vulnerable en el momento? ¿Cómo es que yo he sido cómplice en el daño? ¿Qué necesitan? ¿Cómo somos llamados a responder con cuidado y apoyo? ¿Cómo parece la misericordia?