Laborers in the Vineyard
"The Parable of the Laborers in the Vineyard," c. 1880 painting by Utica artist Lawrence W. Ladd. (Public Domain, Smithsonian American Art Museum via Wikimedia Commons)
Sept. 20, 2020 – Sixteenth Sunday after Pentecost (Year A)
Exodus 16:2-15 Psalm 105:1-6, 37-45 or Psalm 78 (UMH 899) Philippians 1:21-30 Matthew 20:1-16
Lea en español al final de este artículo.
This week’s scripture passages all speak to perseverance.
The Exodus passage may be one people in our congregations can relate to as we travel through this COVID wilderness, or this election season, or more personal challenges. The larger story includes grumbling about the leadership, the threat of being caught, and – at this point – God providing even if it isn’t what everyone wants. There is enough to sustain – we must not turn back.
A celebration of that event (including the quails) is contained in the reading from Psalm 105. The alternate Psalm is also based on the Exodus story and is included in the UM Hymnal Psalter.
The Philippians passage speaks of Paul’s desire for death (moving beyond suffering to glory) in order to be with Christ, but also his willingness to persevere through the persecution in order to strengthen the faith of his favorite faith community. Can we invite the people in our congregations to persevere and live for others? What are ways we can strengthen one another even if, like Paul, we are apart from those whom God is calling us to serve and bear witness?
The Gospel lesson can be about the unfairness of two things: life and God’s mercy. Why should the morning workers persevere if others who work less get the same pay? An analogy might help.
If you golf, you are familiar with the “distance markers” – either colored pegs or flat disc that show when you are 200 yards, then 150 yards, and finally 100 yards to the hole. This is to help golfers choose which club to use to (hopefully) land their ball on the green.
My brother-in-law Jack told me of a course in Texas that had an especially long hole. Instead of how many yards it was to the hole, the sign furthest from the hole simply said, “More club than you’ve got.” In other words, “It doesn’t matter how far you hit the ball, it’s not humanly possible to reach the green from here.” Not Arnold Palmer, not John Daly, not Tiger Woods – and not you.
That sign is similar to God’s grace. We don’t earn God’s love by our “long drive” of living right. Our prayers, our presence, our gifts, our service, and our witness should all be a response to God’s grace. We cannot “drive the hole” from where we are. Only by God’s grace can we make it.
Every time I have preached about this parable, I’ve received “pushback” in some form. I often agree with people who object – it is not fair, from a human perspective. If I was an all-day worker, I’d be upset. After acknowledging the face-value unfairness, it is helpful to remind people that Jesus’ parables are not meant to be exact correlations to how God operates. They are instead meant to open up a new way of seeing or understanding.
In Jesus’ day, the listeners would all understand that the owner of the vineyard was under NO obligation to offer work to those workers who went out before dawn, nor to those waiting by the town gates. It was an act of grace – generosity – each time. The owner can choose as many as wished and can pay each whatever as well.
Jesus’ parable calls us to remember that without God’s grace, we would all end up “short of the hole:” we would be lost in our sin. Once called to new life, we persevere in our “work” of becoming more like Christ not to earn God’s grace, but out of appreciation for God’s grace. When we recognize our need for grace, we will not begrudge God’s offer of grace to others. The parable is ultimately about hope: God is willing to extend grace to the repentant heart at any moment. A good closing hymn could be “There’s a wideness in God’s mercy” (UMH # 121).
The Rev. Robert (Bob) Dean is a retired clergy member of the Iowa Annual Conference.
“Hay una amplitud en la misericordia de Dios”
Memorándum para los que predican
Domingo 16 después de Pentecostés (Año A)
Éxodo 16:2-15; Salmos 105:1-6, 37-45 o Salmos 75; Filipenses 1:21-30; Mateo 20:1-16
Las lecturas para esta semana todas hablan de la perseverancia.
Es posible que la lectura de Éxodo pueda ser una a que nuestras congregaciones pueden relacionarse como viajamos por el desierto de COVID, o por esta estación de elecciones, o por desafíos más personales. La historia más grande incluye las quejas acerca del liderazgo, la amenaza de ser atrapados, y – en este punto – Dios proveyendo aún si no es lo que todos quieran. Hay bastante para sostenernos – no debemos regresar.
Un celebración de ese suceso (incluso los cordornices) es contenida en el Salmo 105. El Salmo alternativo también se basa en la historia de Éxodo.
La lectura de Filipenses habla del deseo de Pablo para la muerte (moviendo más allá del sufrimiento a la gloria) para estar con Cristo, pero también habla de su disposición de perseverar por la persecución para fortalecer la fe de su favorita comunidad de fe. ¿Podemos invitar a personas en nuestras congregaciones que perseveren y que vivan por otros? ¿Cuáles son las maneras en que podemos fortalecernos unos a otros aún si, como Pablo, somos apartes de los a quienes Dios nos llama a servir y a testificar?
La lectura del Evangelio puede tratar de la injusticia de dos cosas: la vida y la misericordia de Dios. ¿Por qué deben perseverar los trabajadores de la mañana si los otros que trabajan menos reciben el mismo pago? Es posible que ayude una analogía.
Si juegas al golf, conocerás los marcadores de distancia – o estacas coloradas o un disco llano que muestran que estás a 200 yardas, entonces 150 yardas, y finalmente 100 yardas al hoyo. Esto es para ayudar a los golfistas en escoger el palo que deben usar para que (esperadamente) su pelota de golf llegue al green.
Mi cuñado Jack me habló de un campo de golf en Texas que tenía un hoyo especialmente largo. En vez cuántas yarda que era al hoyo, el anuncio más distante del hoya simplemente dijo: “Más palo que tiene Ud.” En otras palabras, “No importa cuán distante vaya la pelota, no es posible llegar al green de aquí.” No para Arnold Palmer, ni John Daly, ni Tiger Woods – ni para Ud.
Ese anuncio es semejante a la gracia de Dios. No ganamos el amor de Dios por nuestra “lanza muy larga” de vivir correctamente. Nuestras oraciones, nuestra presencia, nuestras ofrendas, nuestro servicio, y nuestro testimonio todos deben ser una respuesta a la gracia de Dios. No podemos “llegar al hoyo” de donde nos encontramos. Solamente por la gracia de Dios podemos hacerlo.
Cada vez que he predicado acerca de esta parábola, he recibido “desacuerdos” en alguna forma. Frecuentemente, yo estoy de acuerdo con las personas que tiene objeciones – no es justo, de la perspectiva humana. Si yo fuera un trabajador de todo el día, estaría enojado. Después de reconocer la injusticia evidente, es servicial hacerles acordar a personas que las parábolas de Jesús no deben ser considerados como correlaciones exactas a cómo opera Dios. En vez de eso, operan para abrir una nueva manera de ver o comprender.
En el día de Jesús los escuchadores todos comprenderían que el dueño del viñedo NO estaba bajo ninguna obligación de ofrecer trabajo a esos trabajadores que salieron antes del alba, ni a los que estaban esperando por las puertas del pueblo. Era una acción de gracia – generosidad – cada vez. El dueño puede escoger a tantos que quiera, y puede pagarles lo que quiera también.
La parábola de Jesús nos llama a recordar que sin la gracia de Dios, todos nosotros terminaríamos “lejos del hoyo”: estaríamos perdidos en nuestro pecado. Una vez que hemos recibido el llamado a la nueva vida, perseveramos en nuestro “trabajo” de hacernos más como Cristo no para ganar la gracia de Dios, sino de apreciación para la gracia de Dios. Cuando reconocemos nuestra necesidad para gracia, no lo envidiamos cuando Dios ofrece su gracia o otros. Al fin, la parábola trata con la esperanza: Dios está dispuesto para extender gracia al corazón arrepentido en cualquier momento. En inglés un bueno himno para cerrar el servicio es “Hay una amplitud en la misericordia de Dios”.
El Rev. Robert Dean es un clérigo jubilado de la Conferencia Anual de Iowa. Traducción al español del Rev. Paul I. Burrow.