Crucifixion sculpture
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Versión en español después del inglés
April 2, 2021 - Good Friday, Year B
Isaiah 52:13-53:12 • Psalm 22 • Hebrews 10:16-25 or Hebrews 4:14-16; 5:7-9 • John 18:1-19:42
Although the phrase “to hell and back” is often used flippantly, it is a valid description of the final part of Jesus’ earthly journey.
Our faith teaches us Jesus was God “in the flesh” – fully sharing our human experience, including suffering from the actions of others. At the end of his earthly life, Jesus experienced the worst that sinful human nature could do: betrayal, abandonment, condemnation, cruelty, and apathy. His death was by one of the most agonizing methods human depravity has ever designed.
His suffering on the cross was so great that even before he died, he was “in hell,” for we read: “And about the ninth hour Jesus cried with a loud voice, ‘Eli, Eli, la'ma sabach-tha'ni?’ that is, "My God, my God, why hast thou forsaken me?" (John’s gospel and Luke’s do not include this, but Mark and Matthew do). Our faith roots in the Hebrew Scriptures and faith are clear from the Old Testament lessons as well as both passages from the Letter to the Hebrews in the lectionary. All resonate with the Good Friday story – directly with Jesus quote from Psalm 22, indirectly in the suffering of the servant in Isaiah 53, and in the priestly and Temple images used in the Letter to the Hebrews.
All of those passages deal with separation from God – a separation that is symbolic of hell, or perhaps hell is symbolic of that separation. This separation from God had an even more direct form, as Peter wrote in his first letter “For Christ also died for sins once for all.. being put to death in the flesh but made alive in the spirit; in which he went and preached to the spirits in prison…” (1 Peter 3:18-19). I’m including this note on Peter’s passage more for the reflection of you who preach, rather than to advocate including it in your message, as it may bring questions to your hearers’ minds and take the focus off the suffering depicted in these passages.
While most or all of us could write pages about the implication of these passages, suffice it to say in Christ, God has not only redeemed us from sin, but suffered with us. When our journeys take us through painful and difficult times that we might describe as being “to hell and back”, we have a Savior who has been there, who journeys with us in those times of suffering, and who will see us home.
The Good Friday service is not without hope. Not only are we promised the presence of the Trininty in this life – including in our suffering – but each lectionary passage contains images of eventual triumph. Isaiah 53:11 foresaw that “Out of (the servant’s) anguish he shall see light; he shall find satisfaction through his knowledge. The righteous one, my servant, shall make many righteous, and he shall bear their iniquities.”Psalm 22:27 affirms “All the ends of the earth shall remember and turn to the LORD; and all the families of the nations shall worship before him.”
Hebrews 10:22 encourages “let us approach with a true heart in full assurance of faith”, and John 19:30 has Jesus’ declaration "It is finished", and Jesus giving up his spirit, rather than having it taken from him.
Two closing thoughts:First, it is helpful to remind our people that the Gospel writer John was Jewish, and often used the phrase “the Jews” to mean the leaders – those with political and/or religious power – rather than the people as a whole. Not making this clear to Christians has had severe consequences for those of the Jewish faith throughout Christian history.
Second, the scripture lesson from John is quite lengthy. If used in its entirety, consider some form to break up the passage. One way would be to used sections of the passage interspersed with song (somewhat like the Lesson of Carols during Advent), or scripting it as a “readers theater” with a narrator, and other readers taking the voices of those who speak in the passage.
Wherever the Spirit leads you in your preaching, may the Spirit use your words to help your people “proclaim Jesus, crucified and risen, our judge and our hope. In life, in death, in life beyond death, God is with us. We are not alone. Thanks be to God. Amen.” (UM Hymnal No. 883, A Statement of Faith of the United Church of Canada).
Al Infierno y De Regreso
Memorándum para los que predican
2 abril, 2021 – Viernes Santo, Año B
Isaías 52:13-53:12; Salmos 22; Hebreos 10:16-25 o Hebreos 4:14-16; 5:7-9; Juan 18:1-19:42
Aunque la frase “al infierno y de regreso” se usa frecuentemente con poca seriedad, es una descripción válida de la parte final de la peregrinación de Jesús en la tierra.
Nuestra fe nos enseña que Jesús era Dios “encarnado” – compartiendo nuestra experiencia humana completamente, incluso sufriendo de las acciones de otros. Al fin de su vida terrenal, Jesús experimentó lo peor que la naturaleza humana y pecaminosa podía hacer: traición, abandono, condena, crueldad, y apatía. Su muerte fue mediante uno de los métodos más atormentadores que la depravación humana jamás ha diseñado.
Su sufrimiento en la cruz era tan grande que aún antes de que muriera, estaba “en el infierno,” porque leemos: Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: «Elí, Elí, ¿lama sabactani?» (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»).” (Los evangelios de Juan y de Lucas no incluyen esto, pero Marcos y Mateo se lo incluyen). Las raíces de nuestra fe en las escrituras y la fe hebreas son claras de las lecciones del Antiguo Testamento así como también ambas lecturas de la Carta a los Hebreos en el leccionario. Todas resuenan con la historia del Viernes Santo – directamente con la citación de Jesús de Salmos 22, indirectamente en el sufrimiento del siervo en Isaías 53, y en las imágenes del sacerdote y del templo usadas en la Carta a los Hebreos.
Todas estas lecturas tratan con la separación de Dios – una separación que es simbólica del infierno, o quizás el infierno es simbólico de esa separación. Esta separación de Dios tuvo una forma aún más directa, como Pedro escribió en su primera carta: “Asimismo, Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; 19 y en espíritu fue y predicó a los espíritus encarcelados . . .” (1 Pedro 3:18-19). Incluyo esta nota sobre la lectura de Pedro más para la reflexión de Uds. que predican, en vez de animarles a incluirla en su mensaje, porque es posible que cause preguntas en las mentes de sus oyentes y que cause que el enfoque no sea en sufrimiento representado en estas lecturas.
Mientras que la mayoría de nosotros podríamos escribe páginas sobre la implicación de estas lecturas, basta decir en Cristo, Dios no solamente nos ha redimido de pecado, sino ha sufrido con nosotros. Cuando nuestras peregrinaciones nos lleven por tiempos dolorosos y difíciles que podríamos describir como “al infierno y de regreso,” tenemos un Salvador que ha estado allá, quien peregrina con nosotros en esos tiempos de sufrimiento, y quien nos guiará a nuestra casa eterna.
El servicio de Viernes Santo no es sin esperanza. Somos prometidos no solamente la presencia de la Trinidad en esta vida – incluso en nuestro sufrimiento – sino que cada lectura del leccionario contiene imágenes del triunfo eventual. Isaías 53:11 anticipa que “Verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará sobre sí las iniquidades de ellos.”
Salmos 22:27 afirma “Se acordarán y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti.”
Hebreos 10:22 anima “Acerquémonos, pues, con corazón sincero, en plena certidumbre de fe,” y Juan 19:30 tiene la declaración de Jesús “¡Consumado es!” y Jesús entrega su espíritu, en vez de tenerlo quitado de él.
Dos pensamientos para concluir:
Primero, es servicial acordarles a las personas que el escritor del Evangelio de Juan era judío, y que frecuentemente usaba la frase “los Judíos” para significar los líderes – los con poder político y/o religioso – en vez de la gente en conjunto. El no hacer esto claro a cristianos ha tenido consecuencias severas para los de la fe judía a lo largo de la historia cristiana.
Segundo, la lectura de Juan es muy larga. Si es usada en su totalidad, considere algo para romperla en partes. Una manera sería usar secciones de la lectura intercaladas con canciones (algo Lecturas y Villancicos durante Adviento), o redactándola como un “teatro de lectores” con un narrador, y otros lectores tomando las voces de los que hablan en la lectura.
Donde quiera que el Espíritu lo/la lleve en su prédica, que el Espíritu use sus palabras para ayudar que su gente “proclame Jesús, crucificado y resucitado, nuestro juez y nuestra esperanza. En la vida, en la muerte, en la vida más allá de la muerte, Dios está con nosotros. No estamos solos. Gracias a Dios. Amén.” (De Una Declaración de la Fe de la Iglesia Unida de Canadá).
El Rvdo. Bob Dean es un pastor jubilado de la Iglesia Metodista Unida en la Conferencia Anual de Iowa quien fue introducido por primera vez a la Declaración de Fe durante un internado del seminario en Lovely Lane IMU en Cedar Rapids, Iowa, en 1979-80.