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19 June, 2022 – 2nd Sunday After Pentecost
1 Kings 19:1-15
If you have ever thought that you have suffered unjustly, you’ll be able in a special way to identify with Elijah the prophet and with the happenings that occur in 1 Kings 19. This chapter advises what the Lord taught Elijah the prophet, and how God did it, when Elijah felt disheartened. Perhaps knowing the account about Elijah might help us in those moments in which we should remain firm in our ministries or in our life, even when we think there is no one else and we are the only ones doing it.
Elijah the prophet felt discouraged in thinking that the miracles on Mount Carmel had not been able to change the heart of Jezabel nor of many others. The Lord showed Elijah that the spiritual experiences that change the heart are not found in the “great wind” nor in the “earthquake” nor in the “fire”, nor in any physical noisy thing, but rather in the “sound of sheer silence” (1 King 19:11-12).
We can see in this story that the Spirit does not get our attention by means of shouts nor of violent shaking. On the contrary, the Spirit whispers to us; caresses us so tenderly that if we find ourselves too immersed in our own worries, perhaps we won’t perceive the Spirit at all, because our lives are always full of activities that can distract us and not let us hear the Spirit of God.
1 Kings 19:1-4, 9-10 explains why Elijah the prophet felt depressed being in a moment of frustration and desperation, fleeing, and believing that the only solution was for God to take his life before his enemies would kill him, “It is enough; now, O LORD, take away my life.” I think these thoughts, feelings and fears continue in human beings today when they can’t see a solution to a particular problem, and they opt not to suffer and they decide to end life – before seeing how God will act in their lives. And we can indicate ministries of God dealing with those who are depressed, youth and adults, who are wanting to die because they can’t see a solution to their problems.
When we serve God and our heart lives for the Most High, we can see God’s powerful hand in our lives. God’s mercy will always accompany us in the midst of suffering, pain, or sadness and we will be able to conquer depression. “‘Get up and eat, otherwise the journey will be too much for you.’ 8 He got up, and ate and drank; then he went in the strength of that food forty days and forty nights to Horeb the mount of God.” Listening to the voice of God is important in our lives, leaving the cave or the hiding place is necessary to see the glory of God. Winds, earthquakes, fires will come – which perhaps symbolize the great problems, our worries that invade the heart – but God has given us so many promises that God will be with us. We only have to await that calm and delicate whisper in our heart which will fill us with peace, and will strengthen us so that we can continue in our lives.
“What are you doing here, Elijah?” Dear reader, I invite you to put your name in place of Elijah’s because God is always searching for people who have been “very zealous for the LORD, the God of hosts” and who continue service and fulfilling the mission that have undertaken. “15 Then the LORD said to him, “Go, return on your way to the wilderness of Damascus; when you arrive, you shall anoint Hazael as king over Aram.”
Friends may no one and no thing block our journey with Christ because great things are coming to our lives to glorify God and gain the final victory in the name of Jesus. Amen.
Rosa María Rodríguez is a Licensed Local Pastor. She serves at El Pueblo de Dios United Methodist Church in Osceola, Iowa.
Caras de Juego
Memorándum para los que predican
26 junio, 2022 – Tercer domingo después de Pentecostés
2 Reyes 2:1-2, 6-14; Gálatas 5:1, 13-35; Lucas 9:51-62
Traducción de Paul Burrow
Antes de hacerme pastor de tiempo completo, enseñé en las escuelas públicas durante 33 años. Recuerdo cuando yo era profesor en el colegio, l comenzar la clase, saludaba a mis estudiantes con – “Buenos días, clase.” Y, de ordinario, recibía en respuesta – “Buenos días, Sr. Burrow.” Sin embargo, había algunos días, cuando solamente recibía una respuesta tibia – poco entusiasta – de la clase. Esos días yo miraba la clase y podía ver estas caras muy firmes poniendo toda su concentración en algo más. Los luchadores eran más notables en esto, pero los jugadores de fútbol americano y los jugadores de básquetbol también podían poner sus caras de juego – especialmente cuando había un partido importante esa noche. [Interesantemente, los que corrían track o jugaban al golf o al tenis no lo hacían tanto. Posiblemente era porque tenían tantas competiciones un día tras otro – o quizás porque estaban ausentes de la clase porque la competición duró todo el día.] Pues, yo me di cuenta rápidamente que yo no iba a penetrar esa cara de juego. El partido contra el rival ese año era demasiado importante para romper esa concentración. Recuerdo viendo a Muhammad Ali en la televisión antes de peleas importantes de boxeo. Siempre tenía su cara de juego – y nada iba a romper su concentración en el esfuerzo ante él. Obviamente, estos atletas probablemente no aprendieron mucho en esas ocasiones tampoco, pero mi clase no era la única – ni la cosa más importante – en sus vidas.
En la lectura el evangelio para esta semana, encontramos algo semejante ocurriendo con Jesús. Dice que “afirmó su rostro para ir a Jerusalén,” (Lucas 9:51) o “su intención era ir a Jerusalén” (Lucas 9:53). En otras palabras, Jesús se puso su cara de juego. Estaba concentrando en las cosas importante que iban a ocurrir. No iba a permitir que nada ni nadie lo obstruyera. Los discípulos de Jesús no han captado esa idea. Santiago y Juan quieren que fuego descienda del cielo. Pero, Jesús no será distraído. Sabe lo que es su misión y no es odio, ni violencia, ni guerra. Jesús nos dice que pongamos nuestras caras de juego y que nos concentremos en lo que es verdaderamente importante – el amor de Dios por el mundo.
En la segunda parte de la lectura para domingo, Jesús también muestra que lo que nos parece como argumentos razonables de verdad no son excusas. El primer individual dice: “Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre” (Lucas 9:59). El segundo dice – “déjame que me despida primero de los que están en mi casa” (Lucas 9:61). Éstas siempre me han parecido como peticiones legítimas. Pero, Jesús no las acepta – y me he preguntado esto durante años. Pero, entonces regreso a los atletas en mis clases. Cuando se habían puesto su cara de juego, podían ser atemorizantes en su intensidad (¡¡especialmente aquellos luchadores!!). Y creo que Jesús actúa en la misma manera. La misión que Jesús tenía para lograr necesitaba toda su atención – y necesitaba la misma intensidad de sus discípulos. Por eso, Jesús no aceptará excusass. Y, cuando miremos las excusas, no aguantan examinación. “Tengo que enterrar a mi padre” era una manera de posponer algo, de causar demorras, y no tomar un decisión ¡El padre no está muerto todavía! Y eso de despedir a los de mi casa podría significar tratando de convencer a la familia que el seguir a Jesús era buena idea. ¡Otra vez, la decisión no ha sido tomada – y es muy posible que jamás sea tomada!
Loas cosas llegan al punto culminante para Jesús. Quiere personas que son comprometidos y que trabajarán por misión. No quiere excusas. Necesita que personas pongan sus caras de juego y que se concentren en la tarea que está ante ellos. Y lo mismo es verdad para nosotros hoy. La urgencia del mensaje de Cristo no se ha ido. Seguimos ser confrontados con cuestiones que nos desafían en cada momento – ataques que matan a toda una multitud, guerra, racismo sistémico, sexismo, identidad sexual – y la lista puede seguir. Jesús necesita, aún demanda, a seguidores que están dispuestos a poner sus caras de juego y seguir con el construir el Reino de Dios. Pero, las excusas siguen. “Oh, eso es demasiado político.” “No quiero involucrarme.” “De verdad no me afecta.”
Pero, la verdad es – Jesús también fue político. Siempre se involucró. Y, lo que afecta a uno de los hijos de Dios, no afecta a todos. Hoy, más que nunca, es hora para poner nuestras caras de juego. Es hora para dejar atrás las excusas. Es horas para hacernos verdaderamente compañeros en edificar el Reino del Cielo.
1Encontré por primera vez la idea de la cara de juego de Jesús en un sermón por Nathan Aaseng publicado en Minister’s Anual Manual 2015-2016, pp. 373-375. Con todos los asesinos y violencia recientemente, me acordé del sermón y creo que tiene aplicación para nosotros hoy.
Rosa María Rodríguez es Pastora Local Licenciada. Sirve en la Iglesia Metodista Unida El Pueblo de Dios en Osceola, Iowa.
Paul Burrow es presbítero semi-jubilado en la Conferencia Anual de Iowa de La Iglesia Metodista Unida. Vive en Indianola con su esposa Nancy.