Transfiguration of Christ
The Transfiguration of Christ: Part of an iconostasis in Constantinople style. Middle of the 12th century. (Public Domain Photo via Wikimedia Commons)
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February 27, 2022 – Transfiguration Sunday
Exodus 34:29-35; Luke 9:28-36
Have you seen faces shine before? Think of a proud parent, or the look of the birthday celebrant as everyone yells "surprise" or even think about the moments in your own life where you just couldn’t stop smiling.
This Transfiguration Sunday’s Old Testament lesson describes Moses’ face as shining so brightly that the Israelites asked him to cover it. Moses’ face reflected a greater light so incandescent that it could not be looked upon directly--kind of like having to use a mirror to look at an eclipse of the sun.
So imagine if Moses’ face shines that brightly, just how brightly Jesus’ face and clothing shines in this Sunday’s gospel lesson? How it might light up the entire mountaintop. This shine is what Epiphany is all about. A ‘shine’ that began with the Magi following a star so that they might find Jesus, God incarnate, and worship him. A ‘shine’ that continues with disciples following a Christ who brings heaven near. A ‘shine’ that allows us a little glimpse of heaven—right here on earth—giving us bright, shiny faces.
A glimpse of heaven. For Peter, James and John it occurred high up on the mountaintop, far away from the chaos and devastation below. Moses shows up, and Elijah, and the disciples are tempted to build tents and remain there, never to leave. And why should they want to leave? There on that mountaintop they experienced proof of something greater than themselves, of a place so different than the mess and muck below. Indeed, wouldn’t we want to escape, even for a few moments, the injustice and impoverishment and divisiveness of this world?
Perhaps that’s why some people try crystals or meditation to transcend the harsh realities of this world. Perhaps that’s why other try yoga or meditation; or why others literally climb mountains to get away from the chaos of human life and be nearer to God’s peace. Or maybe why others think recreational drugs or alcohol will help them escape a world filled with pain and suffering.
And while Jesus went away to that mountaintop, the transfigured Christ would not remain there with only a ‘select few’, away from the mess and muck. Nor would Peter James and John remain there either. The transfigured Christ would walk with them, and the other disciples, into the trials and tribulations of earthly life and bring a glimpse of heaven right smack dab in the middle of it.
For what had revealed to these disciples on that mountaintop was an opening in the curtain between heaven and earth, an unveiling that provided them a peek of God. It was the revelation that reminds us: God is with us in the midst of our messy lives. That God shows up and allows our changing the way we see and experience the mundane world around us. For just as the transfigured Christ would accompany Peter, James and John down the mountainside back into the tests and temptations of everyday life, so does Christ accompany us. And in doing so, we are encouraged to have a wider vision of our journey, to have a new way of experiencing our life here on earth, and to look for glimpses of heaven that Jesus places right smack dab in our midst.
So as we prepare for our Lenten journey, join with me in singing a song from my childhood—one that I used to sing with elementary classmates to start the school day:
“Good morning to you, Good morning to you.
We're all in our places with bright, shining faces.
And that is the way we start a new day.”
Friends, may your face shine brightly until a new day dawns and the morning stars rises in all hearts (2 Peter 1:19).
The Rev. Dr. Jacqueline K. Thompson is an ordained Elder in the Iowa Conference of the United Methodist Church. She currently serves as pastor of Burns UMC and St. John’s UMC in Des Moines.
Memorándum para los que predican
27 febrero, 2022 – Domingo de la Transfiguración
Éxodo 34:29-35; Lucas 9:28-36
La Rvda. Dra. Jacqueline Thompson dtjacquelinethompson@gmail.com
Caras radiantes y brillantes
¿Ha visto Ud. antes caras que brillan? Piense en un padre o una madre orgulloso/a, o la apariencia de alguien celebrando su cumpleaños cuando todos gritan ‘sorpresa’ o aún se puede pensar en los momentos de su propia vida cuando simplemente no podía dejar de sonreír.
La lectura del Antiguo Testamento para el domingo de la Transfiguración describe que el rostro de Moisés resplandecía tan brillantemente que los israelitas pidieron que lo cubriera. La cara de Moisés reflejaba una luz mayor que eran tan incandescente que no podían verla directamente – tal como el tener que usar un espejo para mirar un eclipse del sol.
Así que imagínese si el rostro de Moisés resplandece tan brillantemente, cuán brillantemente resplandecen el rostro y la ropa de Jesús en la lectura del Evangelio para este domingo. Pues podía iluminar toda la cima de la montaña. Este brillo es de lo que trata la Epifanía. Un “brillo” que comenzó con los Reyes Magos siguiendo una estrella para que pudieran encontrar a Jesús, Dios encarnado, y adorarlo. Un “brillo” que sigue con los discípulos siguiendo a Cristo quien trae cerca el cielo. Un “brillo” que nos permite una pequeño vistazo del cielo – aquí mismo en la tierra – dándonos a nosotros caras radiantes y brillantes.
Un vistazo del cielo. Para Pedro, Santiago, y Juan ocurrió alto en la cima de la montaña, muy lejos del caos y de la devastación abajo. Moisés aparece, y Elías, y los discípulos son tentados a edificar enramadas y quedarse allí, y jamás salir. Y ¿por qué debe querer salir? Allá en esa cima de montaña experimentaron prueba de algo más grande que ellos mismos, de un lugar tan diferente que el desorden y el fango abajo. De verdad, ¿no querríamos escapar, aún por unos cuantos momentos, la injusticia y el empobrecimiento y la disensión de este mundo?
Quizás eso es por qué algunas personas usen cristales o meditación para superar las realidades duras de este mundo. Quizás eso es por qué otros usen yoga o meditación; o por qué otros literalmente suban montañas para escaparse del caos de la vida humana y para estar más cerca la paz de Dios. O quizás eso es por qué otros piensen que drogas recreativas o alcohol les ayuden a escaparse de un mundo llenado de dolor y sufrimiento.
Y mientras que Jesús se fue a esa cima de montaña, el Cristo transfigurado no se quedaría allá con solamente los elegidos, lejos del desorden y el fango. Ni se quedarían allí Pedro, Santiago, y Juan. El Cristo transfigurado caminaría con ellos, y los otros discípulos, a las dificultades y adversidades de la vida terrenal y traer un vistazo del cielo precisamente en medio de ello.
Porque lo que había sido revelado a estos discípulos en esa cima de montaña era una apertura en el telón entre el cielo y la tierra, un acto de desvelar que les proveyó un vistazo de Dios. Era la revelación que nos acuerda: Dios es con nosotros en medio de nuestras vidas tan desordenadas. Ese Dios se presenta y nos deja cambiar la manera en que vemos y experimentamos el mundo rutinario alrededor de nosotros. Porque tal como el Cristo transfigurado acompañaría a Pedro, Santiago, y Juan hacia abajo por la cara de la montaña a las pruebas y tentaciones de la vida diaria, así nos acompaña Cristo a nosotros. Y en hacer esto, somos animados a tener una visión más ancha de nuestra peregrinación, a tener una manera nueva de experimentar nuestra vida aquí en la tierra, y a buscar vistazos de cielo que Jesús pone directamente en medio de nosotros.
Así que como nos preparamos para nuestra peregrinación durante la Cuaresma, júntese en cantar una canción de mi niñez – una que cantaba con mis compañeros de clase en la primaria para comenzar el día escolar:
“Buenos días a ti, Buenos días a ti.
Todos estamos en nuestros lugares con caras radiantes y brillantes.
Y así comenzamos un nuevo día.”
Amigos y amigas, que resplandezca su rostro hasta que amanezca un día nuevo y que suban las estrellas de la mañana en todos los corazones (2 Pedro 1:19).
Jacqueline es presbítero ordenado en la Conferencia de Iowa de la Iglesia Metodista Unida. Actualmente sirve como pastora de las iglesias Metodistas Unidas Burns y St. Johns en Des Moines.