Microscopic Coronavirus
Coronavirus has persisted in the United States because "stiff-necked" people have mistaken their selfishness for American exceptionalism and refused to follow public health practices to halt the disease's spread
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Sunday, Oct. 11, 2020 19th Sunday After Pentecost
Exodus 32:1-14 / Psalm 106:1-6, 19-23 (UMH 829) / Philippians 4:1-9 / Matthew 22:1-14
From a child praying to receive a bicycle for their birthday, a parent praying for a job offer, a spouse praying for a love one to recover from a cancer, whether the person is conscious of the passage or not, the scripture, ”Ask and you shall receive,”(Mt.7:7) can be applied to each person’s prayer. Now for over a half of a year, leaders and people in churches, synagogues, mosques or in the quiet places of their lives have prayed over and over for an end to the coronavirus, for a vaccination to be discovered, and for those who are sick with the virus to recover. Today, while many people have recovered, there are others gravely ill, new cases are being reported, and more people are dying daily.
Why does this deadly virus continue to exist? Why does it seem to laugh in the face of people across the world as it infects them? The easy answer is, because IT can. COVID 19 is not the first infectious disease that has invaded our world nor will it be the last, but it is a never-before-seen illness.
“The world has been held captive by the Ebola Virus. Its first victim was a school master in the now Democratic Republic of the Congo. In 1981, five young men in Los Angeles were diagnosed with an opportunistic pneumonia. This diagnosis was the first signals of worldwide pandemic of HIV/AIDS. In 1997, a strain of influenza designated H5N1 jumped from chickens to humans at a market in Hong Kong killing one-third of the people infected." (p.52, McKenna, Scientific America, Sept,2020.)
Novel COVID-19 continues to spread and the race to discover a vaccine to control it is worldwide. Statistics are beginning to reveal that those who are more susceptible to contracting it are…”people who rely on urban transit, people who live in public housing or nursing homes, or those subject to persistent effects of structural racism, where safe distancing, covering one’s face, avoiding large gatherings cannot be avoided.” (ibid. p.55)
Another disturbing factor that contributes to the spread of the novel coronavirus is the selfishness of current healthy people who stubbornly refuse to follow the simple guidelines that McKenna and health care professionals such as Dr. Anthony Fauci, an infectious disease expert, recommend.
Dr. John Andrus, in an article published in the Des Moines Register (8-21-20, "Selfishness Hampers Response") addresses why most countries are far ahead of the United States in seeing a decline in the spread of COVID-19. “There is an acceptance of actions to keep my community safe above any ill-informed personal-freedom approach…that attitude is not widely accepted in the U.S.” Andrus further says that our "selfishness as exceptionalism" is further demonstrated in our country’s leaders failing to do "the right thing." Our behavior further recalls the words of Moses in a prayer to God when he refers to God’s people as being “stiff-necked people,” a description also repeated, in various ways, by the prophets.
In her book Jesus Calling, Sarah Young reminds us of God’s words “I am a God who heals broken bodies, minds, hearts, lives, and relationships…(Psalm103:3.)…When you ask, you do not receive, because you ask with the wrong motives…” (James4:2-4 NIV). Paraphrasing the words of God, Young writes ”…you cannot live close to me without experiencing some kind of healing … In brief, God is saying to us ‘live close to me…The healing may be instantaneously, or it may be a process…your part is to trust me fully’.”
The rub is many people want God to do all the work while they ignore their role in the process.
Many people are troubled by the “why” God would allow such pain, suffering, and death of loved ones that COVID-19 has brought to our country. Our task is not to labor on the “why,” but to come into a partnership with God and others to bring about healing. “You and I are the authors of our lives-we may not control life’s circumstances, but getting to be the author of your life means getting to control what you do with them. This is what it means to have autonomy.” (p.210, Being Mortal, Atul Gowande)
To have true autonomy does not mean we are self-made and independent. Rather true autonomy means we recognize we are interwoven into the fabric of community that relies on all of us to be mindful of each other and to do to one another as we wish done to ourselves.
Rev. M. Wayne Clark is a retired elder in the Iowa Annual Conference and author whose works include “Christmas in Stories” and “Everyday Divinity.”
Oración y un Pueblo muy Terco
Memorándum para los que predican
Domingo 11 octubre, 2020 Domingo 19 después de Pentecostés
Éxodo 32:1-14; Salmos 106:1-6, 19-23; Filipenses 4:1-9; Mateo 22:1-14
Por el Rvdo. M. Wayne Clark
De un niño orando para recibir una bicicleta para su cumpleaños, un padre orando por una oferta de trabajo, una esposa orando por un amado que pueda recuperar de un cáncer, sea que la persona es consciente de la lectura o no, la escritura, “Pedid, y se os dará” (Mat. 7:7) puede ser aplicada a la oración de cada persona. Ahora durante más de la mitad de un año, líderes y personas en iglesias, sinagogas, mezquitas o en los lugares silenciosas de sus vidas han orado una vez y más por un fin al virus corona, para que una vacunación sea descubierta, y por los que están enfermos con el virus que recuperen. Hoy, mientras muchas personas han recuperado, hay otros que están seriamente enfermos, nuevos casos son reportados, y más personas mueren diariamente.
¿Por qué sigue existiendo este virus mortal? ¿Por qué parece reír ante personas en todas partes del mundo como los infecta? La respuesta fácil es, porque puede. COVID 19 no es la primera enfermedad infecciosa que ha invadido a nuestro mundo ni será la última, pero es una enfermedad que jamás se ha conocido.
“El mundo ha sido tomado cautivo por el Virus Ébola. Su primera víctima fue un maestro de escuela en lo que ahora es la República Democrática del Congo. En 1981, cinco hombres jóvenes en Los Ángeles fueron diagnosticados con una neumonía oportunista. Esta diagnosis era una de las señas de la pandemia mundial de HIV/SIDA. En 1997, una clase de influenza designada H5N1 saltó de pollos a humanos en un mercado en Hong Kong matando a un tercio de la personas infectadas” (p. 52 McKenna, Scientific American, Set. 2020).
El novedoso COVID-19 sigue extendiéndose y la carrera para descubrir una vacuna para controlarlo es mundial. Las estadísticas comienzan a revelar que los que son más susceptibles a contraerlo son . . . “personas que dependen del tránsito urbano, personas que viven en vivienda pública o en residencia de ancianos, o los que son sujetos a esfuerzos persistentes de racismo estructural, donde el distanciarse seguramente, cubriendo la cara, evitando reuniones grandes no puede ser evitado” (ibid. p. 55).
Otro factor alarmante que contribuye a la dispersión del Virus Corona novedoso es el egoísmo de la gente que ahora están saludable que tercamente rehúsan seguir las normas simples que recomiendan McKenna y profesionales de asistencia médica como el Dr. Faucci.
El Dr. Andrus, en un artículo publicado en el Des Moines Register (8-21-20, “Egoísmo Obstruye Respuesta”) se dirige a por qué la mayoría de los países están muy por delante de los Estados Unidos en ver una disminución en la propagación del COVID-19. “Hay una aceptación de acciones para mantener segura mi comunidad más que una estrategia de libertad personal . . . esa actitud no es aceptada extensamente en los Estados Unidos.” Andrus dice más que nuestro “egoísmo como excepcionalismo” se demuestra más en nuestros líderes no haciendo “la cosa correcta.” Nuestro comportamiento nos acuerda de las palabras de Moisés en una oración a Dios cuando se refiere al pueblo de Dios como “un pueblo muy terco,” una descripción repetida también, en varias maneras, por los profetas.
En su libro Jesús Llamando [Jesus Calling], Sarah Young nos acuerda de las palabras de Dios, “Yo soy un Dios que sana a cuerpos, mentes, corazones, vidas, y relaciones rotas . . . (Santiago 4:2-4). Parafraseando las palabras de Dios, Young escribe “ . . . no puedes vivir cerca de mí sin experimentar alguna clase de curación . . . En breve, Dios nos dice, ‘vivid cerca de mí . . . Es posible que la curación sea instantánea, o es posible que sea un proceso . . . tu parte es confiar de mí completamente.”
El problema es que muchas personas quieren que Dios haga todo el trabajo mientras que ellos ignoran su papel en el proceso.
Muchas personas son preocupadas por el “porqué” Dios permite tal dolor, sufrimiento, y muerte de personas amadas que COVID-19 ha traído a nuestro país. Nuestra tarea no trabajar en el “porqué”, sino entrar en una colaboración con Dios y con otros para provocar curación. “Ud. y yo somo autores de nuestras vidas – es posible que no controlemos las circunstancias de la vida, pero el ser autor de tu vida significa el poder controlar lo que hace con ellos. Esto es lo que significa tener autonomía.” (p. 210, Siendo Mortal [Being Mortal], Atul Gowande)
El tener la autonomía verdadera no significa que somos hechos por nuestros propios esfuerzos e independientes. En vez de eso, la verdadera autonomía significa que reconocemos que somos entretejidos en la fábrica de la comunidad que depende de que todos nosotros seamos conscientes de otros y que tratemos a los demás tal y como queramos que ellos traten a nosotros mismos.
El Rvdo. M. Wayne Clark es presbítero jubilado en la Conferencia Anual de Iowa y autor cuyas obras incluyen “Navidad en Historias [Christmas in Stories]” y “Divinidad Diaria [Everyday Divinity]”.