Leer en español al final
Nov. 22, 2020 Reign of Christ Sunday
Ezekiel 34:11-16, 20-24 Matthew 25:31-46
On Reign of Christ Sunday, we celebrate the culmination of the church year. All year, through lectionary texts, we have brought to our churches words of hope, healing, and compassion as we have followed the words of the prophets and the Psalmists; of Jesus as told in the Gospels; and of those leaders in the early church who shared their interpretations of Jesus through other letters and writings. And now we find ourselves at this conclusion, ready to turn toward the story of waiting as Advent soon begins. On this Sunday, we celebrate Christ’s true divinity and humanity—that Christ is fully God and fully flesh. With this, we celebrate Jesus Christ as Lord of all—of us, of the church, and of the world.
In an article found on Ministry Matters, Matthew L. Kelley writes: “We can only stand in wonder and awe at how amazing Jesus is to be able to fully embody both of these seemingly contradictory things. And that’s the entire point of celebrating Reign of Christ Sunday. We are entering into the expectation of Advent and anticipating the in-breaking of heaven to earth. We recall how time and again we fail to live up to the ways God calls us to be, and yet God never withdraws his grace.” (https://www.ministrymatters.com/all/entry/1955/reign-of-christ-sunday)
Leaning in to this “seeming contradiction” might be a way to consider how to observe, and preach about, this celebratory Sunday. While Christ is fully these two things, so too our faith is lived out in both a vertical (us connected to God) and horizontal (us connected to the world) way.
Christ is both: divine and flesh.
Christians are both: connected to God and connected to the world.
Our faith is shallowed if we are only living in to one of those connections. Is there a better preparation for Advent, than to be reminded of this—especially for our churches, which lay in expectation for something new (even if it is couched in the language of “the way we used to worship, before the pandemic began”)?
This is where both the Ezekiel and Matthew texts direct us: connecting our faith with God’s work of justice. The words of God written by Ezekiel call us each sheep, fed by God’s justice. Cared for and led by the shepherd. Matthew reminds us that the followers of Christ will be known as those who engaged in works of justice. Faith as a follower of Christ is dependent on serving the world. Recognizing Christ as Lord of all means that our service to Christ is service to the world.
God is known through Christ’s reign: fully human, fully divine. And so our faith in Christ is known as complete when we hunger and thirst for righteousness—when we don’t just strengthen the connection between ourselves and God, but ourselves with the world. What does the fullness of our faith look like as we anticipate yet again the arrival of Good News brought down to earth?
May you find ways to convey these as words of hope, celebrating the entirety of Christ as one who calls us closer to him and encourages us out into the world. Celebrating Christ as Lord of All reminds us that all whom we encounter are shepherded by God. May we be the sheep who lead others toward God’s grace and mercy, as we enter into a season of waiting!
The Rev. Mara Bailey serves as Chaplain at Simpson College in Indianola, Iowa.
La Totalidad de Cristo y la Totalidad de Nuestra Fe
Memorándum para los que predican
22 noviembre, 2020: Domingo del Reino de Cristo
Ezequiel 34:11-16, 20-24; Mateo 25:31-46
Por la Rvda. Mara Bailey Traducción por Paul I. Burrow
El domingo del Reino de Cristo, celebramos la culminación del año de la iglesia. Todo el año, mediante las lecturas del leccionario, hemos traído a nuestras iglesias palabras de esperanza, curación, y compasión como hemos seguido las palabras de los profetas y los salmistas; de Jesús como relatadas en los Evangelios y aquellos líderes en la iglesia primitiva quienes compartieron sus interpretaciones de Jesús mediante otras cartas y escrituras. Y ahora nos encontramos en esta conclusión, listos para volvernos hacia la historia de esperar como Adviento comienza pronto. Este domingo, celebramos la verdadera divinidad y humanidad de Cristo – ese Cristo que es totalmente Dios y totalmente carne. Con esto, celebramos Jesucristo como Señor de todos – de nosotros, de la iglesia, y del mundo.
En un artículo en de Ministry Matters, Matthew L. Kelley escribe: “Solamente podemos considerar con maravilla y asombro cuán increíble es que Jesús personifica ambas de estas cosas que parecen ser contradictorias. Y eso el punto completo de celebrar el domingo del Reino de Cristo. Entramos en la expectación de Adviento y anticipamos que el cielo entre en la tierra. Recordamos cómo una vez y más fallamos en igualar a las maneras a que Dios nos llama a ser, y todavía Dios jamás se retira su gracias.” (https://www.ministrymatters.com/all/entry/1955/reign-of-christ-sunday). Es posible que, inclinándonos a esta “aparente contradicción,” sea una manera de considerar cómo observar, y predicar sobre, este domingo de celebración. Mientras Cristo es totalmente estas dos cosas, también nuestra fe es vivida en una dirección vertical (nosotros conectados a Dios) y horizontal (nosotros conectados al mundo).
Cristo es ambos: divino y carne.
Cristianos son ambos: conectados a Dios y conectados al mundo.
Nuestra fe es menos profunda si solamente vivimos en una de estas conexiones. ¿Hay una preparación mejor para Adviento que ser acordado de esto – especialmente para nuestras iglesias, que están en expectación para algo nuevo (aún si sea formulado en el idioma de “la manera que adorábamos antes de que comenzara la pandemia?)?
Esto es donde ambas lecturas de Ezequiel y Mateo nos dirigen: conectando nuestra fe con la obra de justicia de Dios. Las palabras de Dios escritas por Ezequiel nos nombra a cada uno de nosotros ovejas, apacentadas por la justicia de Dios. Cuidados por y guiados por el pastor. Mateo nos acuerda que los seguidores de Cristo serán conocidos como los que se entregaron a obras de justicia. Fe como seguidor/a de Cristo depende de servir al mundo. Reconociendo a Cristo como Señor de todo significa que nuestro servicio a Cristo es servicio al mundo.
Dios es conocido mediante el reino de Cristo: totalmente humano, totalmente divino. Y así nuestra fe en Cristo es conocido como completo cuando deseamos y tenemos sed de la rectitud – cuando no solamente fortalecemos la conexión entre nosotros y Dios, sino entre nosotros y el mundo. ¿Cómo aparece la plenitud de nuestra fe como anticipamos una vez más la llegada de las Buenas Nuevas traídas al mundo?
Que Ud. encuentre maneras de expresar éstos como palabras de esperanza, celebrando la totalidad de Cristo como uno que nos llama más cerca a él y que nos anima a salir al mundo. Celebrando Cristo como Señor de Todo nos acuerda que todos con quienes nos encontramos son guiados como ovejas por Dios. ¡Que nosotros seamos las ovejas que conduzcan a otros hacia la gracia y la misericordia de Dios, como entramos en una estación de esperar!