Jesus with children
Image courtesy of Doubter's Parish
Leer en español después de la versión en inglés.
Sept. 22, 2024 - 18th Sunday after Pentecost
Proverbs 31:10-31; Psalm 1; James 3:13-4:3; Mark 9:30-37
In today's lectionary passage from Mark, silence emerges as a recurring signal of the disciples' lack of understanding. At the beginning, Jesus predicts his suffering and death, and the disciples respond with silence. Later, when Jesus inquires about their discussion during their walk, they remain silent again.
Their initial silence arises from fear and confusion as they struggle to reconcile their expectations of the Messiah with Jesus’ prediction of suffering. Their second silence reveals their misplaced focus: they are arguing over who among them is the greatest. Jesus recognizes the implications of their silence and addresses it by teaching, “Anyone who wants to be first must be the very last, and the servant of all.”
Realizing that words alone are insufficient, Jesus shifts from teaching with words to a visual demonstration. He takes a child in his arms and says, “Whoever welcomes one of these little children welcomes me.” In ancient cultures, children had less status than slaves. By presenting a child, Jesus challenges the disciples to “see” the counter-cultural nature of his kingdom, since they are not ready to hear it.
Jesus’ recurring use of children as examples underscores that the disciples need more than verbal instruction; they need vivid demonstrations to understand. Despite this, the disciples still do not grasp the meaning and rebuke those bringing children to Jesus in Mark 10. Jesus becomes indignant and insists, “Let the little children come to me, and do not hinder them, for the kingdom of God belongs to such as these.” He adds, “Truly I tell you, anyone who will not receive the kingdom of God like a little child will never enter it.” He takes the children in his arms and blesses them, reinforcing his lesson with a powerful visual.
The challenge for the disciples is to shift their cultural norms to see Jesus’ “upside-down” kingdom, where power and privilege are not the paths to greatness. This lesson becomes fully clear only when they witness Jesus’ sacrificial death on the cross.
Even today, with all we know about Jesus’ life, death, and resurrection, grasping the nature of his kingdom remains difficult. Our world often equates power, privilege, and wealth with success, even among Christians. Modeling Jesus' vision of the Kingdom often feels like chipping away at a glacier with a spoon. It’s a challenge.
As we reflect on our culture today, children may no longer symbolize the “least of these” as they once did. Today, children often receive oodles of attention and privileges. Instead, those with intellectual and physical challenges might better represent “the least of these.”
I work with such individuals at a facility in Woodward, Iowa, where many cannot speak or walk. Consider “Tom,” a middle-aged man with the cognitive level of a four-year-old. Despite his limitations, I have found that he perceives others deeply. When a nurse was feeling down, Tom looked at her and said, “You are beautiful,” offering healing words at just the right moment. On another occasion, Tom met a family doctor in residency who had recently confided in me that she wanted to be a hospice physician, but she felt self-conscious about it since her peers viewed it as a departure from the goal of medical education. As she and I rounded on Tom that day, he promptly invited her to “hold my hand.” It was a move that disarmed us both. His gesture felt both affirming of her future path and an important reflection of the deep bond required between patients and doctors in hospice care. Her future work was not to be disregarded
Jesus continues to reveal his counter-cultural kingdom through the least among us. If we pay attention there are signposts all around. Catching them requires a certain degree of expectancy and silence—not a silence that is disengaged, but one that is fully engaged. The way I have experienced it, it’s often the very paradox of the Kingdom of God that unlocks its code.
Dr. Wendy Zadeh is a neurologist at Broadlawns Medical Center in Des Moines, Iowa.
Los Más Pequeños
'Memorándum para los que predican
22 septiembre, 2024 —Domingo 18 después de Pentecostés
Proverbios 31:10-31; Salmos 1; Santiago 3:13-4:3; Marcos 9:30-37
Por la Dra. Wendy Zadeh
Traducción de Paul I. Burrow
En la lectura del leccionario de Marcos para hoy, silencio sale como señal recurrente de la falta de entendimiento de los discípulos.Al comienzo, Jesús predice su sufrimiento y muerte, y los discípulos responden con silencio.Más tarde, cuando Jesús pregunta sobre su discusión durante su camino, otra vez mantienen el silencio.
Su silencio inicial surge de miedo y confusión como luchan para reconciliar sus expectaciones del Mesías con la predicción de Jesús de sufrimiento.Su segundo silencio revela su foco inapropiado: discuten acerca de quién entre ellos es el mayor.Jesús reconoce las implicaciones de su silencio y se dirige a ello por enseñar, “Si alguno quiere ser el primero, será el último de todos y el servidor de todos.”
Dándose cuenta de que palabras solamente no son suficientes, Jesús mueve de enseñar con palabras a una demostración visual.Toma a un niño en sus brazos y dice, “El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí.”En culturas ancianas, los niños tenían menos estado que los esclavos.Por presentar a un niño, Jesús desafía a los discípulos que “vean” la naturaleza contra-cultural de su reino, desde que no están listos oírlo.
El uso recurrente por Jesús de usar a niños como ejemplos enfatiza que los discípulos necesitan más que la instrucción verbal; necesitan demostraciones vívidas para comprender.A pesar de eso, los discípulos todavía no entienden el significado y regañan a los que traen a sus niños a Jesús en Marcos 10.Jesús se pone indignado e insiste, “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios.”Añade, “De cierto os digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.”Toma a los niños en sus brazos y los bendice, refuerza su lección con algo visual y poderoso.
El desafío para los discípulos es cambiar sus normas culturales para ver el reino boca abajo de Jesús, donde el poder y el privilegio no son los caminos a la grandeza.Esta lección se hace completamente clara solamente cuando son testigos a la muerte sacrificial en la cruz.
Aún hoy, con todo lo que sabemos acerca de la vida, la muerte, y la resurrección de Jesús, comprendiendo la naturaleza de su reino queda difícil.Nuestro mundo frecuente igual poder, privilegio, y riquezas con éxito, aún entre cristianos.Modelando la visión de Jesús del Reino frecuentemente siente como socavando a glaciar con una cuchara.Es desafío.
Como reflejamos en nuestra cultura hoy, es posible que los niños ya no simbolicen “los más pequeños” como simbolizaron una vez.Hoy, los niños frecuentemente reciben cantidades de atención y privilegios.En vez de eso, los que tienen desafíos intelectuales y físicos podrían ser mejor representados como “los más pequeños.”
Trabajo con tales individuos en una facilidad en Woodward, Iowa, donde mucho no puede hablar ni caminar.Considere a “Tomo,” hombre de mediana edad con nivel cognitivo de alguien que tiene cuatro años.A pesar de sus limitaciones, he descubierto que percibe a otros profundamente.Cuando una enfermera se sentía triste, Tom la miró y dijo, “Eres hermosa,” ofreciendo palabras de curación exactamente en el momento correcto.En otra ocasión, Tom conoció a una médica de práctica familiar en su residencia quien me había confiado que quería ser médica de hospicio, pero sentía cohibida desde que sus colegas lo vieron como partida de la meta de su educación médica.Como ella y yo vinimos a Tomo aquel día, sin demora Tomo le invitó a “tomar mi mano.”Era acción que nos desarmó a las dos de nosotros.El gesto sintió ambos afirmando a su camino en el futuro y también un reflexión importante del lazo profundo entre pacientes y médicos en cuidado hospicio.Su trabajo en el futuro no era para ser ignorado.
Jesús sigue revelando su reino contra-cultural mediante los más pequeños entre nosotros.Si ponemos atención hay señales en todas parte.Notándolas requiere cierta cantidad de expectación y silencio – no un silencio que es indiferente, sino uno que es concentrado completamente.La manera en que lo he experimentado, frecuentemente es la misma paradoja del Reino de Dios que abre su código.