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Dieting
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July 9, 2023 – Sixth Sunday after Pentecost
Genesis 24:34-38, 42-49, 58-67; Psalm 45:10-17; Romans 7:15-25a; Matthew 11:16-19, 25-30
Our world seems to be obsessed with the bodies of others and what they do with them. There are a hundred layers of this that could each be pulled back: the objectification of women’s bodies, class and racial expectations of beauty, consent and sexual violence, fat shaming and diet culture. They all feed our economy by making us feel bad about ourselves so that we will buy products to achieve someone else’s goals. We do not allow ourselves or others to feel safe and comfortable in our own bodies.
As I wrestled with these scriptures, I kept finding myself thinking about bodies. The Hebrew Scriptures describe the giving and taking of women in marriage that make me wonder about objectification and agency. Paul seems to be at war with his own flesh. Jesus engages with diet culture. While our scriptures for today are not speaking from this context, maybe they can speak to it.
A few years ago, I joined a gym because I was uncomfortable with how I looked in a photo. It led me to talk with my doctor about symptoms of disease I was ignoring, but also stirred up anxiety about how I should look and what other people thought about how I looked. I wanted to be strong and healthy, but maybe also thinner. Success at the gym came with a strict diet and there were days I found myself quoting Paul when everyone else ordered dessert: “So I find that, as a rule, when I want to do what is good, evil is right there with me.”
We sometimes read these words of Paul and think “bodies are bad, spirits are good.” The CEB translation reminds us that he is making a distinction between a life of selfishness (obsessing over the flesh) that leads to death and an attitude that comes from the Spirit that leads to life and peace (Romans 8:6). Both cultures connect rules and unrealistic expectations for what to eat or how we look with moral failing and we can feel like we are stuck in a dead corpse. Yet Paul knows that in Christ we can be set free to be led by the Spirit. We are encouraged to remember that God desires to give life to our human bodies – to redeem them, not punish or reject them.
Obsessing over our bodies leads to obsessing over others. Jesus critiques the societal expectations of those who could not be satisfied either by a spiritual leader who fasted or one who came eating and drinking. No matter what he did, someone was going to assign a moral value to his actions. There are many pastors who have navigated what they put on their plate at the church potluck that know this feeling. Yet, when Jesus says “wisdom is proved to be right by her works,” he is reminding us it isn’t what goes into your body that matters, but how you use it to express the actions of your heart.
His own ministry was spent healing people, touching the untouchable, reaching out to bless and care for bodies, yet people couldn’t see the miracles because they were focused on the flesh. To those who struggle with expectations, demands, or criticisms about our bodies (how we look, what we wear, differing abilities) that have nothing to do with our ministry, his words are simple: “Come to me, all you who are struggling hard and carrying heavy loads, and I will give you rest.”
I am learning to be more comfortable in my own skin. I am trying to love my body instead of feeling shame or guilt. I am paying attention to how my muscles support me and how different foods fuel my day. Over this time I have been a variety of sizes. I take breaks from healthy eating. I have seasons where I push myself harder and when I give myself a rest.
Instead of obsessing over my body, I am learning to honor it as a gift from God that allows me to serve. I have watched people of all different sizes and shapes walk into the gym and we all leave equally sweaty, smelly, and energized for the work ahead of us. How could this world be different if we were all comfortable enough in our own skin, set free from obsessing over controlling the flesh? How might it create space for all bodies, for everybody, to have agency and freedom, honor and respect?
The Rev. Katie Z. Dawson serves as pastor of Immanuel UMC in Des Moines, Iowa. "Memorandum for Those Who Preach" is a volunteer project of sermon aids written by Iowa Conference clergy.
Estar a Gusto en la Propia Piel
Memorándum para los que predican
9 julio, 2023 – Sexto Domingo después de Pentecostés
Génesis 24:34-38, 42-49, 58-67; Salmos 45; Romanos 7:15-25a; Mateo 11:16-19, 25-30
Por la Rvda. Katie Dawson
Traducción de Paul Burrow
Parece que nuestro mundo esté obsesionado con los cuerpos de otras personas y lo que hacen con ellos. Hay cien capas de esto que se podrían ser exploradas: la objetificación de los cuerpos de mujeres, expectaciones de belleza según clases y razas, consentimiento y la violencia sexual, el avergonzar a las personas gordas y la cultura del régimen. Todos alimentan nuestra economía por hacernos sentir malos acerca de nosotros mismos para que compremos productos para lograr las metas de alguien diferente. No nos dejamos a nosotros ni a otros que sintamos seguros y a gusto en nuestros cuerpos.
Como luchaba con estas escrituras, seguía encontrándome pensando en cuerpos. Las Escrituras Hebreas describen el dar y el tomar a mujeres en matrimonio lo cual me causó preguntarme acerca de la objetificación y la voluntad. Pablo parece en conflicto con su propio cuerpo. Jesús se involucra con la cultura del régimen. Mientras nuestras escrituras para hoy no hable de este contexto, quizás puedan hablar acerca del contexto.
Hace unos años ingresé en un gimnasio por no estaba cómoda con cómo parecía en una foto. Me causó hablar con mi médico/a acerca de los síntomas de ansiedad que estaba ignorando, pero que también me causaron ansiedad acerca de cómo debo aparecer y lo que pensaban otras personas de cómo me presentaba. Quería ser fuerte y saludable, pero posiblemente más delgada. Éxito en el gimnasio vino con un régimen estricto y había días cuando me encontré citando a Pablo cuando todas las otras personas pidieron postre: “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.”
Algunas veces leemos estas palabras de Pablo y pensamos “cuerpos son malos, espíritus son buenos.” Pero las escrituras mismas nos acuerdan que hace una distinción entre una vida de egoísmo (obsesionando sobre el cuerpo) que nos conduce a la muerte y una actitud que viene del Espíritu que nos conduce a la vida y a la paz (Romanos 8:6). Ambas culturas conectan reglas y expectaciones poco realistas para lo que debemos comer o cómo debemos presentarnos con nuestras faltas morales y podemos sentir como estamos atascados en un cadáver muerto. Todavía Pablo sabe que en Cristo podemos ser librados para ser conducidos por el Espíritu. Somos animados a recordar que Dios desea dar vida a nuestros cuerpos humanos – para redimirlos, no para castigarlos o rechazarlos.
El obsesionar acerca de nuestros cuerpos nos conduce al obsesionar acerca de otras personas. Jesús critica las expectaciones sociales de los que no podían ser satisfechos ni por líder espiritual que ayunaba ni por uno que vino comiendo y bebiendo. No importa lo que hizo, alguien iba asignar un valor moral a sus acciones. Hay muchos pastores que han navegado lo que ponen en su plato en la comida en la iglesia que conocen este sentimiento. Todavía, cuando Jesús dice “la sabiduría es justificada por sus hijos,” nos acuerda que no lo que entra en nuestros cuerpo que importa, sino cómo lo usamos para expresar las acciones de nuestros corazones.
Su propio ministerio fue pasado en sanar a personas, en tocar a los intocables, en alcanzar para bendecir y cuidar a cuerpos, todavía personas no podían ver los milagros por estaban enfocados en la carne. Para los que luchan con expectaciones, demandas, o críticas acerca de nuestros cuerpos (cómo aparecemos, lo que llevamos, capacidades diferentes) que no tienen nada que hacer con nuestro ministerio, sus palabras son simples: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”
Estoy aprendiendo a estar más a gusto en la propia piel. Estoy tratando de amar mi cuerpo en vez de sentir vergüenza o culpa. Pongo atención a cómo mis músculos me apoyan y cómo comidas diferentes alimentan mi día. Durante todo este tiempo he sido una variedad de tamaños. Tomo descansos de comer saludablemente. Tengo estaciones donde me empujo más y cuando me doy un descanso.
En vez de obsesionar acerca de mi cuerpo, estoy aprendiendo a honrarlo como un don de Dios que me permite servir. He mirado a personas de todos tamaños y formas entrar en el gimnasio y todos salimos sudando igualmente, oliendo, y motivados para el trabajo que nos queda. ¿Cómo podría ser diferente este mundo si todos fuéramos a gusto en la propia piel, librados de obsesionar acerca de controlar la carne? ¿Cómo podría crear espacio para todos cuerpos, para todas personas, para tener la voluntad y la libertad, el honor y el respeto?
La Rvda. Katie Z. Dawson se desempeña como pastora de Immanuel UMC en Des Moines, Iowa. "Memorándum para los que predican" es un proyecto voluntario de ayudas para sermones escrito por el clero de la Conferencia de Iowa.