Dec. 27, 2020, First Sunday after Christmas
Isaiah 61:10-62:3, Psalm 148, Galatians 4:4-7, Luke 2:22-40
December 27 is one of those “Low Sundays.” Following closely after Christmas Eve, in typical years people often skip this weekend’s worship. 2020, of course, is not a typical year. Due to the pandemic, many will not have attended in-person Christmas Eve services; some perhaps were unable to gather with loved ones. Thus, people may be hungrier than usual to hold on to the lasting gifts of this season or “keep Christmas.”
So I’m grateful this week’s Gospel offers us two wise guides, Simeon and Anna. While their lives were not constrained by a global pandemic, first century Jews were living under the severe constraints of Roman occupation, causing them to divide into factions: those wanting to overthrow the Romans by force, those who became pawns manipulated by the Romans, and those who lived in fear. Another group, “The Quiet in the Land” like Simeon and Anna, were devout people who believed in constant prayer and quiet watchfulness, looking for the “consolation of Israel” or fulfillment of their messianic hopes. As we look for consoling in our challenging times, perhaps we can learn from Simeon and Anna, who were both in the Temple in Jerusalem when Joseph and Mary brought the infant Jesus there to fulfill the ritual presentation of their first born son.
Simeon wasn’t always present in the temple but came that day at the prompting of the Holy Spirit. A man of faithful prayer, he believed he would not face death until he had seen the Messiah. And this was the day his prayers were answered! While most Jews were looking for a political messiah, Simeon saw in this baby a Savior – not just for the Jews, but for all people. His joyful and insightful proclamation of praise became a hymn of the early church, called the Nunc Dimittis (Latin for Simeon’s first words). (UMH 225)
Elderly Anna, a prophet and woman of prayer, was at the temple every day. A widow of many years, she had chosen a life of prayer which enabled her to not only recognize the Messiah in this baby but also to proclaim the good news of his coming to others, making her the first in a line of prophetic disciples to speak about Jesus.
What advice can we glean from Simeon and Anna about keeping Christmas? Consider the following:
- Develop a discipline of quiet, regular prayer. Intentionally close out the noise of the day to listen to God and experience the gentle nudging of the Holy Spirit.
- Adopt a posture of hopeful, active waiting. Sure, life feels like a mess right now, but the human condition has always been messy. This is the world into which Christ was born and the setting where he calls his followers to ministry, so look for ways to respond to that nudging you experience in prayer.
- Accept the reality that you probably will not experience the completion of Christ’s work in your lifetime. I’m pretty sure Simeon and Anna did not live to see Jesus’ active ministry, the crucifixion or the resurrection. But what they saw was enough. Let your experience of Christ’s presence in your life be enough.
Keeping Christmas is about much more than outward celebrations, whether sacred or secular. It’s about the self-giving love to which each of us is called as a Christ-follower. Henry Van Dyke said it well in his piece, “Keeping Christmas.” You may wish to quote the whole reading in your sermon – here’s just an excerpt:
Are you willing:
- To own up to the fact that probably the only good reason for your existence is not what you are going to get out of life, but what you are going to give to life?
- To close your book of complaints against the management of the universe, and look around you for a place where you can sow a few seeds of happiness?
Are you willing to do these things even for a day? Then you can keep Christmas.
Prayer: O Holy Child, you came among us to show us the meaning of love, healing and hope in our world. May we now share those great gifts with those around us. Amen.
The Rev. Martha Ward is a retired elder in full connection in the Iowa Annual Conference. She now resides in Urbandale, Iowa.
Traduccion por Paul I. Burrow
Celebrando las Navidades con “La Gente Pacífica en la Tierra”
Memorándum para los que predican
27 diciembre, 2020 – Primer domingo después de la Navidad
Isaías 61:1-62:3; Salmos 148; Gálatas 4:4-7; Lucas 2:22-40
Por Martha Ward martha.ward@iaumc.net
El 27 de diciembre es uno de esos domingos “bajos.” Siguiendo muy pronto después de la Nochebuena, en años típicos la gente frecuentemente faltan al culto este fin de semana. Claro, 2020 no es un año típico. A causa de la pandemia, mucho no habrán asistido a servicios de Nochebuena en persona; algunos quizás no podían reunirse con sus amados familiares. Así que, es bien posible que la gente tenga más hambre que de ordinario para guardar los regalos duraderos de esta estación o seguir “celebrando las navidades.”
Así que estoy agradecida que el Evangelio para esta semana nos ofrece dos guías sabios, Simeón y Ana. Mientras que sus vidas no estaban limitadas por una pandemia global, los judíos del primer siglo sí estaban viviendo bajo las limitaciones severas de la ocupación romana, causándoles dividir en facciones: los que querían derrocar a los romanos por fuerza, los que se hicieron peones manipulados por los romanos, y los que vivían en miedo. Otro grupo, “La Gente Pacífica en la Tierra” como Simeón y Ana, eran personas devotas que creían en oración constante y en vigilancia silenciosa, buscando la “consolación de Israel” o es decir la realización de sus esperanzas mesiánicas. Como nosotros buscamos consolación en nuestros tiempos desafiantes, quizás podemos aprender de Simeón y Ana, quienes ambos estaban en el Templo en Jerusalén cuando José y María trajeron al infante Jesús allá para cumplir con la presentación ritual del su hijo primogénito.
Simeón no estaba siempre presente en el tempo pero vino ese día a causa de la incitación del Espíritu Santo. Un hombre de oración fiel, creía que no se enfrentaría con la muerte hasta que había visto al Mesías. ¡Y éste fue el día cuando recibió respuesta a sus oraciones! Mientras que la mayoría de los judía buscaban a un mesías político, Simeón vio en este bebé un Salvador – no solamente para los judíos, sino para todas personas. Su proclamación de alabanza alegre y profunda se convirtió en un himno de la iglesia primitiva, llamado el Nunc Dimitis (Latín para las primeras palabras de Simeón) (#80 – Cánticos Bíblicos en Mil Voces Para Celebrar).
Ana, de edad avanzada, una profeta y mujer de oración, estaba en el templo cada día. Una viuda de hace muchos años, ella había escogido una vida de oración que le permitió no solamente reconocer al Mesías en este bebé sino también proclamar las buenas nuevas de su llegada a otros, haciéndola la primera en una línea de discípulos proféticos que hablaban acerca de Jesús.
¿Cuáles son los consejos que podemos cosechar de Simeón y de Ana acerca de celebrar las Navidades? Consideren lo siguiente:
1. Desarrollar una disciplina de oración silenciosa y regular. Intencionalmente dejar afuera el ruido del día para escuchar a Dios y experimentar el codazo del Espíritu Santo.
2. Adoptar una postura de esperanza optimista y activa. Verdad, parece que la vida es un lío ahora mismo, pero la condición humana siempre ha sido desordenada. Éste es el mundo en el cual Cristo fue nacido y el escenario donde llama a sus seguidores al ministerio, así que busquen maneras en que pueden responder al codazo que experimentan en oración.
3. Aceptar la realidad que probablemente Ud. no experimentará la compleción del trabajo de Cristo en su vida. Estoy bien segura que Simeón y Ana no vivieron para ver el ministerio activo de Jesús, la crucifixión, ni la resurrección. Pero lo que vieron fue bastante. Que su experiencia de la presencia de Cristo en su propia vida sea bastante.
Celebrando las Navidades es más que las celebraciones visibles, sean sagradas o seculares. Trata con el amor que da de sí mismo al cual cada uno de nosotros es llamado como seguidor/a de Cristo. Henry Van Dyke lo dijo bien en su “Un Sermón Corto de la Navidad: Celebrando las Navidades [A Short Christmas Sermon: Keeping Christmas]” Es posible que Ud. cite todo el sermón en su propio sermón – he aquí solamente un fragmento:
¿Está Ud. dispuesto a:
– Admitir el hecho que probablemente la única razón por su existencia no es lo que va a recibir de la vida, sino lo que Ud. va a dar a la vida?
– Cerrar sus libro de quejas contra la gerencia del universo, y mirar alrededor de Ud. para encontrar un lugar dónde Ud. puede plantar unas semillas de felicidad?
¿Está Ud. dispuesto a hacer estas cosas aún para un día? Entonces Ud. puede celebrar las Navidades.
Oración: O Niño Santo, viniste entre nosotros para mostrarnos el significado del amor, de la curación, y de la esperanza en nuestro mundo. Que nosotros ahora compartamos estos grandes regalos con los que nos redean. Amén.