Ash Wednesday Illustration 2013
Photo by Kathleen Barry, United Methodist Communications
Versión en español después del inglés
Ash Wednesday, February 17, 2021
Joel 2:1-2, 12-17, Ps. 51:1-17, 2 Cor. 5:20b-6:10, Mt. 6:1-6,16-21
In 2015, my husband Bob and I were invited by a younger colleague to offer the imposition of ashes on the Des Moines skywalk over the noon hour on Ash Wednesday. While the idea was a bit outside of our introvert comfort zones, we said yes since we were recently retired and available. We wore our clergy robes and prepared prayer cards to hand out along with the imposition of ashes. We expected to stand for an hour all by ourselves looking conspicuous. That is not what happened.
Approximately forty people stopped at our “ash station” - men and women, older and younger, and of several different ethnicities. Some were dressed in business attire; some wore well-worn coats that needed laundering. We imposed ashes on United Methodists, Presbyterians, Catholics and others who did not share their affiliation. We had a prayer and sometimes a brief conversation with each one.
For several years, a lively denominational debate ensued on social media about where and how the imposition of ashes should be offered: Only in the context of community worship? What about “Ashes to Go”? Folks debated if ashes could be offered in coffee shops, freeway exit ramps, shopping malls, etc. This year when Covid-19 still places limitations on community worship and close physical contact, all those discussions seem rather moot. In 2021 many pastors must seek innovative ways to make this ritual meaningful – like “drive-through ashes”; socially distanced prayer stations with self-imposed ashes, temporary tattoos, or cling-on stickers; worship bags for use at home, with small containers of ashes or ordinary dirt, devotional literature, and other symbols of the season. New iterations of “Ashes to Go” may carry us through this year.
While the imposition of ashes is not a sacrament, it is a powerful symbol. Since the Middle Ages, beginning Lent by marking the believer’s forehead with an ashen sign of the cross has been a reminder of both human mortality and Christ’s redemptive grace. Ash Wednesday services incorporating the imposition of ashes were not United Methodist standard worship practice until the publication of the 1992 Book of Worship, but since then such worship has added great depth to our Lenten journeys.
Throughout scripture, ashes are a symbol of repentance, mortality and purification. While none of the 2021 Ash Wednesday lectionary texts directly mentions ashes, they all call us to repentance: Joel 2:13b: “Return to the LORD, your God, for he is gracious and merciful, slow to anger, and abounding in steadfast love.” Ps. 51:10: “Create in me a clean heart, O God, and put a new and right spirit within me.” 2nd Cor. 5:20b: “We entreat you on behalf of Christ, be reconciled to God.” Mt. 6:19-20: "Do not store up for yourselves treasures on earth, where moth and rust consume and where thieves break in and steal; but store up for yourselves treasures in heaven, where neither moth nor rust consumes and where thieves do not break in and steal.”
The ashes and other symbols of this day are small but significant signs that we seek to turn our lives toward Christ. They matter. What I experienced on the skywalk was that the people who stopped were excited – eager – grateful - to get ashes. One explained that his busy schedule would keep him from worship at his church later. One woman went away absolutely beaming. One man appeared especially hungry – desperate – for this God-sign. Offering ashes in this way did not feel uncomfortable, contrary to my expectations. It was a holy time. I felt that God was pleased.
This year, perhaps more than others, people may be hungry for an Ash Wednesday symbol of repentance, in whatever form you are able to offer it. A prayer by Kit Kuperstock [i] speaks to that truth:
Our God who calls us to reality:
This is the day when our hosannas and
Palm branches have turned to ashes
Just as our dreams so often do.
In your universal sweep of time and space,
Our tiny life-flame's flicker can hardly be seen.
We hesitate, but somehow we welcome again
The ancient disciplines of Lent:
Real, difficult,
With lessons to teach that
We desperately need to learn.
We wait, hands open, hearts open,
For your Spirit and for your teaching.
In the name of Jesus
Whose cross is forever marked on our foreheads
Even when other people can't see it. Amen.
The Rev. Martha Ward is a retired Elder in the United Methodist Church. She resides in Urbandale, Iowa. Memo for Those Who Preach is a resource begun by the late Rev. Bill Cotton and continued by a volunteer group of his friends and colleages.
[i] Kit Kuperstock, Alive Now Magazine, (March/April 1987), p. 18.
Memorándum para los que Predican
17 febrero, 2021 – Miércoles de Ceniza
Joel 2:12, 12-17; Salmos 51:1-17; 2 Corintios 5:20b-6:10; Mateo 6:1-6, 16-21
Por Martha Ward
EL ARREPENTIMIENTO: CENIZAS Y MÁS ALLÁ
En 2015, mi esposo Bob y yo fuimos invitados por un colega más joven a ofrecer la imposición de cenizas en el pasaje elevado en Des Moines durante el mediodía del Miércoles de Ceniza. Mientras que la idea fue un poco fuera de nuestras zonas de confort como introvertidos, nos acordamos desde que recientemente nos habíamos jubilado y podíamos hacerlo. Llevamos nuestras túnicas como cleros y preparamos tarjetas de oración para distribuir junto con la imposición de cenizas. Esperamos estar parados por una hora muy solos llamando la atención de todos. Eso no es lo que ocurrió.
Unas cuarenta personas pasaron por nuestra “estación de cenizas” – hombre y mujeres, mayores y jóvenes, y de varios grupos étnicos. Unos se vistieron en ropa de negocios, unos llevaron abrigos muy usados que necesitaban ser lavados. Impusimos cenizas en metodista unidos, presbiterianos, católicos y otros que no nos dijeron su afiliación. Oramos y unas veces tuvimos una conversación breve con cada persona.
Durante unos años ha habido un debate en la denominación en las redes sociales sobre dónde y cómo debe ser ofrecida la imposición de cenizas: solamente en el contexto de una comunidad de fe? ¿Qué tal “Cenizas para Llevar”? La gente debatió si las cenizas podían ser ofrecidas en cafeterías, salidas de autovías, centro comerciales, etc. Este año cuando COVID-19 todavía pone límites en el culto de la comunidad y en tener contacto cerca y físico, todas esas discusiones parecen irrelevantes. En 2021 muchos pastores tienen que buscar maneras innovadoras para hacer significativo este ritual – como “cenizas en su auto”; estaciones de oración con distancia social con cenizas auto-impuestas, tatuajes temporales, o etiquetas pegadas; bolsas de culto para usar en la casa, con contenedores pequeños de cenizas o tierra ordinaria, literatura religiosa, y otros símbolos de la estación. Es posible que nuevas iteraciones de “Cenizas para Llevar” puedan llevarnos por este año.
Mientras que la imposición de cenizas no es sacramento, sí que es símbolo poderoso. Desde la Edad Media, el empezar la Cuaresma por marcar la frente del creyente con el signo de la cruz en cenizas has sido un recuerdo de ambos la mortalidad humana y la gracia redentora de Cristo. Los servicios del Miércoles de Ceniza incorporando la imposición de cenizas no eran una práctica estándar del culto metodista unido hasta la publicación del Libro de Culto 1992, pero desde entonces tales cultos han añadido mucha profundidad a nuestras peregrinaciones durante la Cuaresma.
A lo largo de las escrituras, cenizas son un símbolo de arrepentimiento, mortalidad, y purificación. Mientras que ninguna de las lecturas del leccionario 2021 para el Miércoles de Ceniza menciona directamente las cenizas, sí que nos llaman al arrepentimiento: Joel 2:13b: “Convertíos a Jehová, vuestro Dios; porque es misericordioso y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia.” Salmos 51:10: ¡Crea en mí, Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí!” 2 Corintios 5:20b: “Os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.” Mateo 6:19-20: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho destruyen, y donde ladrones entran y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan.”
Las cenizas y los otros símbolos de este día son signos pequeños que queremos orientar nuestras vidas hacia Cristo. Son importantes. Lo que experimenté en el pasaje elevado fue que las personas que se detuvieron estaban entusiasmadas – deseosas – agradecidas – recibir las cenizas. Uno explicó que su horario lleno lo abstendría del culto en su iglesia más tarde. Una mujer se fue con cara rebosante de alegría. Un hombre parecía especialmente hambriento – desesperado – para esta señal de Dios. Ofreciendo cenizas en esta manera no sentía incómodo, el opuesto de mis expectaciones. Fue un tiempo sagrado. Me parecía que Dios estaba contento.
Este año, quizás más que otros, es posible que la gente tenga hambre para un símbolo de arrepentimiento del Miércoles de Ceniza, en cualquier forma que Ud. puede ofrecerlo. Una oración de Kit Kuperstock1 habla de esa verdad:
Nuestro Dios que nos llama a realidad:
Éste es el día cuando nuestra hosana y
Ramas de la palmera se han convertido en cenizas
Tal como nuestros sueños hace tan frecuentemente.
En tu atención universal de tiempo y espacio,
El parpadeo de nuestra llama de vida apenas puede ser visto.
Vacilamos, pero de alguna manera damos la bienvenida otra vez
Las disciplinas ancianas del Cuaresma:
Reales, difíciles,
Con lecciones que enseñan que
Desesperadamente necesitamos aprender.
Esperamos, manos abiertas, corazones abiertos,
Para tu Espíritu y pra tu enseñanza.
En el nombre de Jesús
Cuya cruz es para siempre marcada en nuestras frentes
Aún cuando otras personas no pueden ver la. Amén.
Martha Ward es presbítero jubilada en la Iglesia Metodista Unida. Vive en Urbandale, Iowa.
1Kit Kuperstock, Alive Now Magazine, (March/April 1987), p. 18.