Parable of the Talents
Willem de Poorter's 'Parable of the Talents' in the Narodni Galerie, Prague (Public Domain Photo)
Sunday, Nov. 15, 2020 24th Sunday after Pentecost
Judges 4:1-7 Psalm 123 or Psalm 76 (UMH #799) 1 Thessalonians 5:1-11 Matthew 25:14-30
We approach the penultimate Sunday in liturgical year A – the week before The Reign of Christ Sunday. It is also the Sunday before the national holiday of Thanksgiving. There is an alternate set of scriptures for Thanksgiving, but there may be a word of “thanks-warning” in the Matthew lesson that covers both.
If your reads a translation where the word “talent” is used in this parable, please clarify that Jesus was speaking of money – not ability. The coin was a “talenta” (Latin). Its root word (Greek “talanton”) originally described a balance or pair of scales, then came to mean a definite weight for valuable metals, and then a sum of money. Yes, our word “talent” in English is derived from the same root, but the talent in this parable was the coin.
The coin’s value was much more than any of our current coins – it would be more comparable to a bar of solid gold today. Although it is challenging to describe the value of one “talenta” into modern money, it has been estimated by biblical commentaries as $5,000 to $20,000 to more. Another way to describe the value is that it was equal to 15 to 20 years of a day laborer’s wages in those times.
The point is that the single coin was worth an incredible amount! The owner trusted these servants (Greek “slaves”) to be stewards and gave them responsibility. The one was unwilling to risk anything with what was given - not even to invest it so that owner would have at least some gain.
The servant is judged as much on his perception of the owner (“You knew, did you, that I reap where I did not sow, and gather where I did not scatter?”) as on the lack of any return. We are like that servant when we do not trust the “immeasurable riches of his grace in kindness toward us in Christ Jesus” (Eph. 2:7) enough to accept it or to share it with others. The warning is not to reject or neglect it.
What will we report when Christ begins to reign in full? Did we thankfully accept and share God’s grace? What did we do with the gifts of time, relationships, finances, and yes – abilities, our modern meaning of “talents”?
In many media portrayals of how our culture celebrates the holiday, a scene often includes someone saying, “Let’s all go around and say one thing we’re thankful for.” Perhaps this is the Sunday to challenge that image: invite people to instead name a particular characteristic of the one to whom we should be thankful, and why they are grateful for that aspect of God.
It is to God that we will owe an accounting. Like the first two servants, may we gratefully use all that has been entrusted to us by our God, lavishing it in loving service and blessings to others, sharing the gospel and serving our Lord by meeting of the basic needs that Jesus will list in his following parable.
(The lectionary texts for Thanksgiving are Deuteronomy 8:7-18 and Psalm 65 • 2 Corinthians 9:6-15 • Luke 17:11-19)
Rev. Bob Dean is a retired elder in the Iowa Annual Conference who is grateful to God who has “mercy upon us” (Ps. 123:2).
Memorándum para los que predican – Domingo 15 noviembre, 2020
Domingo 24 después de Pentecostés
Jueces 4:1-7; Salmos 123 o Salmos 76; 1 Tesalonicenses 5:1-11; Mateo 25:14-30
Por Rvdo. Bob Dean Traduccion por Paul I. Burrrow
Nos acercamos al domingo penúltimo del año litúrgico – la semana antes del domingo del Reino de Cristo. También es el domingo antes del Día de Acción de Gracias. Hay una colección alternativa de escrituras para el Día de Acción de Gracias, pero es posible que una palabra de gracias y de advertencia en la lectura de Mateo que trata con los dos.
Cuando Jesús usa la palabra “talento” en esta parábola, habla de dinero – no de habilidad. La monda común era una “talenta” en latín. Su raíz viene del griego talanton” que originalmente describía un balance o un par de pesos, entonces llegó a significar un peso definido para metales valiosos. Sí, nuestra palabra “talento” deriva de la misma raíz, pero el talento en esta parábola era la moneda.
El valor de la moneda era mucho más que cualquier de nuestras monedas corrientes – sería más comparable a una barra de oro macizo hoy. Aunque es desafiante describir el valor de una “talenta” en términos de dinero moderno, se estima según comentarios bíblicos como $5,000 a $20,000 o más. Otra manera de describir el valor es que era el equivalente del salario de 15 a 20 años de un jornalero en estos tiempos.
¡El punto es que solamente una moneda valía una cantidad increíble! El dueño confiaba que estos siervos (en griego “esclavos) fueran administradores y les dio responsabilidad. Uno no estaba dispuesto de arriesgar nada con lo que recibió – ni aún invertirlo para que el dueño por lo menos tendría alguna ganancia.
El siervo es juzgado tanto en su percepción del dueño (sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí) como en la falta de ganancia. Somos como ese siervo cuando no confiamos en “las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Efesios 2:7) bastante para aceptarlo o compartirlo con otros.
¿Qué reportaremos cuando Cristo comienza a reinar en su plenitud? ¿Qué haremos con los dones de tiempos, relaciones, finanzas, y sí – capacidades, nuestro significado moderno de “talentos”?
En muchas representaciones en los medios de comunicación de cómo nuestra cultura celebra el día feriado, una escena frecuentemente incluye a alguien diciendo, “Que turnemos y que digamos una cosa para la cual damos gracias.” Quizás éste es el domingo de desafiar esa escena: en vez de eso que invite que personas nombren una característica en particular de Él a quien debemos dar gracias, y por qué dan gracias para ese aspecto de Dios.
Es a Dios que debemos una contabilidad. Como los dos primeros siervos, que usemos con gratitud todo lo que hemos recibido de nuestro Dios, usándolo en plenitud en servicio y amor a otros, como compartimos el evangelio y servimos a nuestro Señor por proveer las necesidades básicas que Jesús alistará en su parábola siguiente.
(Las lecturas del leccionario para el Día de Acción de Gracias son Deuteronomio 8:7-18 y Salmos 65; 2 Corintios 9:6-15; Lucas 17:11-19).
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El Rvdo. Bob Dean el presbítero jubliado en la Conferencia Anual de Iowa quien es agradecido a Dios quien tiene “misericordia de nosotros” (Salmos 123:2).