UMNS Photo by Paul Jeffrey
Missionary Commissioned
Still today, Christians are sent forth as Jesus' "advance team" to bring the news of hope, love and justice to the world. (Global Ministries photo)
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July 3, 2022, 4th Sunday after Pentecost
2nd Kings 5:1-14, Psalm 30, Gal. 6:7-16, Luke 10:1-11, 16-20
Few things invigorate a church more than a short-term mission trip. Whether the trip involves a work project where you build or repair something tangible - or a cross-cultural exchange where the focus is on building relationships, all the hard work and effort invariably lead to great excitement for the participants and sometimes even life transformation.\
I remember one such trip in the 1990s where a small group of folks from our Iowa county-seat congregation traveled into inner-city Chicago to work on a Habitat for Humanity project. One of our guys, a first-time missioner, drove his van loaded with every tool he might need. After spending his first night sleeping on the floor of an inner-city church gym, he awoke to find that his van had been stolen. You might think that would spoil his experience. Fortunately, the next day the van (minus a number of the tools) was recovered by the police, and its owner was so excited about his mission experience in that he came home to organize a Habitat chapter in our county – one which continues to build safe, affordable, decent homes to this day.
This week’s Gospel text from Luke 10 describes Jesus sending out seventy followers with the mission of serving as his advance team, going to the places he later intended to visit. Why seventy? Well, to the Jews, the number seventy was reminiscent of the number of elders Moses had chosen to help him in the wilderness. It was also symbolic for them of the number of Gentile nations, suggesting the universality of this task. Jesus gave his followers some gritty admonitions as he sent them out: Expect danger, travel light, don’t dawdle, concentrate on the mission.
What was that mission exactly? To offer healing and declare the nearness of the Kingdom of God. They were to extend “peace” wherever they went, but if they weren’t welcomed, they were to let folks know what they’d missed and move on. How did that mission trip go for them? Pretty great! Verses 17-20 tell us the seventy were exuberant when they returned to Jesus. They were transformed!
So how does this message translate for 21st century United Methodists? Well, don’t get hung up on the numbers. It’s very possible that seventy is more folks than you’ll have in worship on the three-day Fourth of July weekend – or maybe any weekend. But that’s OK. All you really need is two – Jesus sent them out two-by-two.
Regardless of numbers, one message of this text is that we, the church today, are still called to be the advance team for Jesus. We’re supposed to pave the way for others to know Christ. How you do that will perhaps be different than in Jesus’ day and will be determined by your ministry setting. You don’t have to travel far (after all, the seventy were on foot), but you do need to adopt an outward focus – something we Methodists have in our Wesleyan DNA.
In many ways the world today is different than it was in Jesus’ time. But I doubt that human nature has really changed all that much in 2,000 years. People still need the healing that can come from an act of kindness from strangers; sharing a meal with new friends of different backgrounds can still open doors of understanding; and the offer of peace between neighbors – or nations - can still create new beginnings and nurture hope. Maybe some groups of two or more from your congregation can look anew for ways to share Christ’s healing love in your community and beyond. By embodying peace, respect, compassion, and generosity, perhaps your church can model what the realm of God is like.
Independence Day weekend worship often includes some of hymns which celebrate our nation. Alongside of “America” or “America the Beautiful” I always liked to include the hymn by the clear-speaking Methodist theologian Georgia Harkness, “This is My Song.” (UMH 437) It concludes with this verse, so fitting with this week’s Gospel text: “This is my prayer, O Lord of all earth’s kingdoms: Thy kingdom come, on earth thy will be done. Let Christ be lifted up 'til all shall serve him, and hearts united learn to live as one. O hear my prayer, thou God of all the nations; myself I give thee, let thy will be done.”
The Rev Martha Dalton Ward is the author of Holy Moments: When Life and Faith Intersect. Before retirement, she and her husband Bob served as co-pastors in United Methodist Churches in Iowa for over 30 years.
El Equipo Adelantado de Jesús – Entonces y Ahora
Memorándum para los que predican
3 julio. 2022 – Cuarto domingo después de Pentecostés
Hechos 2:1-21, 2 Reyes 5:1-14; Salmos 30, Gal. 6:7-16, Lucas 10:1-11, 16-20
Traducción de Paul I. Burrow
Pocas cosas revigorizan a una iglesia más que hacer un viaje a corto plazo de misión. Sea que el viaje involucra un proyecto de trabajo donde se construye o hace reparaciones en algo tangible – o sea un intercambio tras culturas donde el enfoque es en hacer relaciones, todo el trabajo y esfuerzo duro llevan a una emoción grande para los participantes y algunas veces llevan a una transformación de una vida.
Recuerdo una viaje en los 1990 donde un grupo pequeño de nuestro pueblo en Iowa viajó al cinturón de pobreza en Chicago para trabajar en un proyecto de Habitat for Humanity. Uno de nuestro grupo, quien estaba en su primer viaje de misión, manejó su furgoneta con cada herramienta que posiblemente pudiera usar. Después de pasar su primera noche durmiendo en el suelo de un gimnasio de una iglesia en el centro de la ciudad, se despertó para descubrir que se había robado su furgoneta. Probablemente Ud. cree que eso arruinaría su experiencia. Afortunadamente, el próximo día la policía encontró su furgoneta (menos un buen número de sus herramientas), y su dueño estaba tan emocionado acerca de su experiencia de misión que regresó a casa para organizar un sucursal de Habitat en nuestro condado – uno que sigue construyendo casas seguras, económicas, y respetables hasta hoy en día.
La lectura del Evangelio para esta semana de Lucas 10 describe a Jesús enviando a setenta seguidores con la misión de servir como su equipo adelantado, yendo a lugar que él quería visitar más tarde. ¿Por qué setenta? Pues, a los judíos, el número setenta era evocativo del número de ancianos que Moisés había escogido para ayudarle en el desierto. También era simbólico para ellos del número de las naciones gentiles, sugiriendo la universalidad de la tarea. Jesús les dio a sus seguidores unas advertencias bien importante y realistas: que esperen peligro, que no lleven demasiadas cosas, que no pierdan tiempo, que se concentren en la misión. ¿Qué fue exactamente la misión? Fue una misión de ofrecer curación y de declarar la proximidad del Reino de Dios. Habían de extender “paz” donde quiera que fueran, pero si no recibieron la bienvenida, habían de despedirse de la gente y seguir en el viaje. ¿Cómo resultó ese viaje de misión para ellos? ¡Excelente! Los versículos 17-20 nos dicen que los setenta eran exuberantes cuando regresaron a Jesús. ¡Eran transformados!
Así que, ¿cómo traduce este mensaje para los metodistas unidos del siglo XXI? Pues, no debemos concentrarnos en los números. Es bien posible que setenta es más personas que Ud. tendrá en servicio de culto durante el fin de semana de tres días para el cuatro de julio – o posiblemente cualquier otro fin de semana. Pero, está bien. Sólo dos son necesarios – Jesús los envió en parejas. No importan los números, un mensaje de este texto es que nosotros, la iglesia hoy, todavía somos llamados a ser el equipo adelantado para Jesús. Hemos de sentar las bases para que otros puedan conocer a Cristo. La manera en que Ud. hace esto quizás será diferente de cómo fue hecho en el tiempo de Jesús y será determinado por su sitio de ministerio. No hay que viajar mucha distancia (pues los setenta viajaron a pie), pero hay que adoptar un enfoque hacia fuera – algo que nosotros como metodistas tenemos en nuestro ADN que vino de Wesley.
En muchas maneras el mundo hoy es diferente de cómo era en el tiempo de Jesús. Pero dudo que la naturaleza humana de verdad haya cambiado tanto en 2000 años.Personas todavía necesitan curación que puede venir de un acto de bondad de desconocidos; el compartir una comida con nuevos amigos de orígenes distintos todavía puede abrir puertas de comprensión; y el ofrecer la paz entre prójimos – o naciones – todavía puede crear nuevos comienzos y puede criar la esperanza. Es posible que unos grupos de dos o más de su congregación puedan buscar nuevas maneras de compartir el amor de Cristo que sana en su comunidad y más allá. Por personificar la paz, el respeto, la compasión y la generosidad, quizás su iglesia pueda modelar cómo es el reino de Dios.
El culto durante el fin de semana del Día de Independencia frecuentemente incluye unos de los himnos que celebran nuestra nación. Junto con “América” o “América la Hermosa” siempre me gustaba incluir el himno por la teóloga que hablaba tan claramente Georgia Harkness “Ésta es Mi Canción” (#437 en el Himnario Metodista Unido). Concluye con esta estrofa, tan apropiada con el texto del Evangelio para esta semana: “Ésta es mi oración, O Señor de todos los reinos de la tierra, venga tu reino, hágase tu voluntad. Que Cristo sea levantado hasta que todos le sirvan, y con corazones unidos que aprendamos a vivir como uno. O escucha mi oración, Dios de todas las naciones; yo mismo/a te doy, que se haga tu voluntad.”
Martha Dalton Ward es autora de Momentos Sagrados: Cuando la Vida y la Fe se Cruzan [Holy Moments: When Life and Faith Intersect]. Antes de jubilarse, ella y su esposo Bob sirvieron como co-pastores en Iglesias Metodistas Unidas en Iowa durante más de 30 años.